jueves, 31 de diciembre de 2009

Iván Zulueta (RIP)


Pensaba hacer una última entrada para cerrar el año ligera, divertida. Pero esta mañana he sabido de la muerte de Iván Zulueta. Y la verdad es que lo siento profundamente. Hace unos 30 años, yo era un adolescente cinéfago y la visión de su película Arrebato (1979) tuvo un impacto tremendo en mí. Bueno, y en muchos de mis colegas que también la vieron. La vimos no una o dos veces, sino muchas. Después fuimos descubriendo y sabiendo de sus trabajos anteriores, esos legendarios -y luego verán porque empleo esta palabra- Super8 que hizo en los 70, y en los que documentaba sus viajes, estados de ánimo, paranoias, filias y obsesiones, como nadie antes -ni después- había hecho en este país. De hecho, Arrebato es un gran film, sí, pero estoy de acuerdo con lo que dice Almodóvar en la columna que ha publicado hoy El País: "Arrebato, testamento fílmico desde que la estaba rodando, no sería nada sin los miles de metros que Iván rodó en súper 8mm en los años anteriores". Efectivamente, todo ese material, ingente y, en buena parte, irremisiblemente perdido, es la fuente, el quid, el ¡eureka! de su visión del cine. Pero, lo que ocurre es que buena parte de ese material se perdió incluso antes de que pudiera ser visto por un número de gente significativo. Quedaron fotogramas, pedazos, pistas en sus películas completadas y sí conservadas.

¿Qué pasó con ese material? Que se perdió de diversas maneras. Por ejemplo, a mediados de los 70 la policía entró en su casa, supongo que porque entonces no había estado de derecho ni nadie que se lo impidiera a esos fachas, y le requisaron un montón de rollos de película que nunca le devolvieron. Fijense que estupidez: un jodido detective de la social que igual ya está muerto y todo, pero que con su acción de entonces sigue dando por saco muchos años después a un montón de gente -cada vez más- a la que nos gustaría ver ese material. Sí, algo quedó que algunos pudimos ver entonces, y que ahora se está editando en DVD, pero nada en comparación con lo que ya nunca veremos.

Y realmente tiene razón Almodóvar en que Arrebato, todo y su genialidad, se apoyaba, tenía su sentido último en esos fragmentos de cine que él había tomado en sus viajes, cuelgues y lances varios, y que lo otro, la historia del cineasta Jesús Sirgado y del colgado de Will Moore no tendría demasiado sentido sin ese otro material de archivo propio que sustentaba el film. Se puede decir que Zulueta fue una mezcla de Jonas Mekas, por todo eso del cine como apunte de la propia vida, de Andy Warhol, por esa idea de la imagen como algo sagrado, Kenneth Anger, por la forma en que buscaba siempre asociaciones puramente visuales y poéticas, y de George Landow, por esa ironía con la que todo lo miraba. Es decir, en este país sólo hemos tenido un cineasta verdaderamente underground, y ese era Iván Zulueta.

Podríamos escribir más, mucho más. Pero esta entrada es sólo para recordarlo y para invitar de nuevo a ver sus films, los pocos que nos quedan (además de Arrebato, Masaje, A malgam a, Leo es pardo), en DVD, tanto a los que los vimos como a los que aún no los han visto.

¡Salud y hasta siempre, Iván Zulueta!

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