domingo, 28 de marzo de 2010
Red Pontiac Fantasy, por Mil pesetas
Hoy hacían un concierto-vermú los amigos de Mil pesetas. Como no voy a poder ir me contentaré con escuchar su "Red Pontiac Fantasy", un tema que nos gusta mucho a los del hotel. Aparecía en el recopilatorio Música mitopoética discreta. Experimental music from Gracia 2 (Gliptoteka Magdalae, 2006).
Un buen billete verde de mentira. El punch inicial de la canción, irresistible. Después, la serie de variaciones y digresiones que van haciendo. Todo sencillo e imaginativo. Y, para acabar, la proyección poética que a todo ello da el título. Un buen billete verde de mentira, de verdad.
(No sé que tenía la cara de Galdós que siempre me hacía salivar).
sábado, 27 de marzo de 2010
Prórroga para Músiques disperses
Aunque oficialmente el ciclo "Músiques disperses" de la sala Heliogàbal de Barcelona concluía mañana domingo 28 de marzo con la actuación de Za + La Orquestilla del Pony Ganador, sus organizadores nos ofrecerán dos conciertos más de sumo interés en el mes de abril. De un lado, el viernes 9 a las 21:30, otro proyecto centrifugado por la BIB, el trío The Man with a Hyena, formado por Tom Chant (saxos soprano y tenor y clarinete bajo), Javi García (contrabajo) y Dani Domínguez (batería), todos ellos implicados también en el octeto IED8. Free del fuerte, sin muchos miramientos. Del otro, el sábado 17 de abril, también a las 21:30, estará el dúo del italiano Paolo Angeli (guitarra sarda preparada) y la japonesa Takumi Fukushima (violín y voz), que nos mostrará su música improvisada pero entallada, en buena parte, en las tradiciones de sus respectivas tierras, Cerdeña y Japón. Un ámbito este del diálogo entre la improvisación y los folklores más o menos imaginarios que nos interesa mucho a los del hotel.
Più preciso
Me gustaría señalar alguna cosa más respecto de la entrada que hice unos días atrás con el nombre de Te recuerdo, y que trataba de unas versiones de piezas que Nino Rota escribió para Fellini, y concretamente señalar algo sobre el tema de Amarcord (1973). El tema principal es una maravilla no sólo por él mismo sino por la manera en que funciona dentro de la película. Además de acompañar las imágenes, se trata de un cartel de la misma, de una imagen gráfica inmejorable que revela el mecanismo de la memoria que se va a poner en marcha. El poder de evocación, o mejor dicho, la indicación de que se va a empezar a evocar un tiempo pasado, está en cada uno de los instantes que conforman los dos minutos del tema. La melodía y como se desgaja entre varios instrumentos, el compás sencillo -un tanto hipnótico-, la sordina y la melódica, o la fragancia que transmite su arreglo de cuerda.
jueves, 25 de marzo de 2010
Found footage
El otro día, revolviendo en el ordenador, encontré un archivo de vídeo que había descuidado en alguna carpeta y que grabé hace 70.000.000 millones de segundos. Se trata de un fragmento de una improvisación de Tim Hodgkinson (clarinete) y Víctor Nubla (requinto y electrónica) en el concierto que ofrecieron el pasado 3 de enero en la sala Heliogàbal de Barcelona, dentro de su ciclo "Músiques disperses". Hasta parece haber envejecido la imagen y todo.
martes, 23 de marzo de 2010
Te recuerdo
Amarcord Nino Rota fue, en 1981, el primero de los proyectos temáticos que el productor Hal Willner ha emprendido desde entonces. Luego siguieron otros como los dedicados a Thelonious Monk, Kurt Weill o el escritor William S. Burroughs. Como es habitual en él, contó con la colaboración de músicos procedentes de todo el espectro de la música popular norteamericana, desde el jazz al rock. En el caso de Amarcord, Willner se centró en las músicas que Rota había escrito para Federico Fellini.
A continuación van dos de las versiones contenidas ahí que me encantan. Me encantan en sí y como trabajo de versionar, porque ¿para qué hacer una versión si se va a desdibujar por completo la idea original? ¿No está bien mantener algo para que así pueda establecerse un diálogo? Y no es un problema de fidelidad o autoría, sino una cuestión de juego.
Las versiones son el tema de "Amarcord", que hace Jaky Byard al piano solo, y "La dolce vita suite", cuyas cuatro partes, "Introduction", "Notturno", "Interlude" y "Valzer (Parlami di me)", estuvieron arregladas por Sharon Freeman, Muhal Richard Abrams y Chris Stein con Michael Sahl, y en la que participaron, además de los citados, músicos como Henry Threadgill, Amina Claudine Meyers, Fred Hopkins, Warren Smith o Deborah Harry, entre otros.
La versión de Byard, como el original de Rota, te mece en recuerdos que se mueven en una dinámica muy amplia de registros psicológicos (¿no será por la película que digo esto?). Respecto a la suite, recomendamos cerrar los ojos e imaginar un paseo por Roma con los oídos tapados.
A continuación van dos de las versiones contenidas ahí que me encantan. Me encantan en sí y como trabajo de versionar, porque ¿para qué hacer una versión si se va a desdibujar por completo la idea original? ¿No está bien mantener algo para que así pueda establecerse un diálogo? Y no es un problema de fidelidad o autoría, sino una cuestión de juego.
Las versiones son el tema de "Amarcord", que hace Jaky Byard al piano solo, y "La dolce vita suite", cuyas cuatro partes, "Introduction", "Notturno", "Interlude" y "Valzer (Parlami di me)", estuvieron arregladas por Sharon Freeman, Muhal Richard Abrams y Chris Stein con Michael Sahl, y en la que participaron, además de los citados, músicos como Henry Threadgill, Amina Claudine Meyers, Fred Hopkins, Warren Smith o Deborah Harry, entre otros.
La versión de Byard, como el original de Rota, te mece en recuerdos que se mueven en una dinámica muy amplia de registros psicológicos (¿no será por la película que digo esto?). Respecto a la suite, recomendamos cerrar los ojos e imaginar un paseo por Roma con los oídos tapados.
domingo, 14 de marzo de 2010
Malsoñando, de Corcobado y los Chatarreros de sangre y cielo
El otro día, buscando un disco que necesitaba para hacer una cosa con un amigo, encontré otro que no buscaba pero que me vino muy bien y que hacía unos años que no escuchaba. No hay nada como reordenar para encontrar lo que no se busca. («Un bombardeo es el suceso ideal para poner en orden mi biblioteca», decía el escritor y periodista serbio Dusan Velickovic).
El disco que “encontré” es Tormenta de tormento de Corcobado y los Chatarreros de sangre y cielo (Triquinoise, 1991). Apareció aproximadamente cuando llegaba a Madrid para permanecer allí una temporada. Ese hecho, junto con otras circunstancias personales que no vienen al caso, ha convertido este disco en mi preferido de todos los de Javier Corcobado. No sé si en eso coincido con la crítica o con el sentir de la mayoría, pero es algo que me trae sin cuidado. Para mí Tormenta de tormento es algo especial, muy querido, y lo será siempre.
Tras el turbulento período de Demonios tus ojos, y después de haber iniciado su carrera en solitario con Agrio beso, Corcobado conseguía montar una banda estupenda, que entendió y enriqueció esas canciones que proponía en aquel momento. Los Chatarreros de sangre y cielo eran Javier Arnal a la guitarra, Nacho Laguna al bajo, Nacho Colis a la batería y Justo Bagüeste a los saxos y teclas, más el propio Javier a la voz y la guitarra de acompañamiento. El disco fue grabado en junio de 1991 y contó con una excelente producción de Ollie Halsall, el colaborador de Kevin Ayers que moriría al año siguiente en Madrid. Además de los 10 temas del LP, se añadía de regalo un EP con cuatro piezas más (dos originales y dos versiones, una de Jobim –obviamente “Corcovado”– y otra de Morricone), y como cara B del single “La libertad” otro tema también inédito. Una fecunda cosecha, pues. (Con posterioridad, el sello reuniría todo este material en una reedición en CD).
Pero volvamos a la cosa. Encontrar Tormenta me fue tan bien que al final con mi amigo hemos cambiado el objeto de nuestro trabajo por un tema del disco, que es “Malsoñando”. Hay muchos temas buenos ahí, el propio “Tormenta de tormento”, la “Ladrada del afilador”, o esa decadente y etílica canción de feria que es “Chatarra de sangre y cielo”, que era uno de los temas que venía en el EP, pero “Malsoñando” es, dentro de este disco especial, algo especial. Recuerdo que el par de veces que los vi en Madrid en aquella época sus seguidores la reclamaban insistentemente, incluso una vez la habían tocado ya. No era el single, ni el tema que daba título al álbum, ni siquiera se había encaprichado de él ningún DJ de la radio. Parecía venir de tapado, de relleno. Pero, vuelta a escuchar casi 20 años después, mantiene intacta la fuerte correlación expresiva entre el tema musical y las imágenes que nos lanza.
“Malsoñando” se inscribe de lleno en las temáticas habituales de su autor. Malditismo y golpes de genio poético. Corcobado puro, polémico y controvertido. Pero, si no fuera así no sería él.
Javier Corcobado nació en Alemania, en una familia de emigrantes, pero regresó pronto a España, al barrio de Vallecas, zona dura, de todos es sabido, como el Carmelo de Barcelona o Santa Coloma. Así que buena parte de su infancia y adolescencia en los años 70 transcurrió ahí. Y de imágenes de entonces se nutre el tema. Naturalmente, imágenes que serán recreadas, reformuladas.
El mundo al que se refiere “Malsoñando”, el de los primeros 70, creo yo, es el de las calles –y las pesadillas– de los barrios más populares o del extrarradio de las grandes ciudades. Una época, anterior a la irrupción del caballo, en el que esos territorios estaban poblados por bandas de nombres intimidatorios, como correas, escorpión, etc. Motores trucados y ruidosos escapes. Niquis ceñidos y pantalones acampanados. Gafas de espejo, pulserones de cadena y peines. Polos y pitillos sueltos. Cubalibres y lumumbas. Chulería y trifulcas. (Recuerdo que en mi calle, situada en una de las faldas del Carmelo, de vez en cuando había que correr para escapar de los asilvestrados muchachos de la montaña, que venían decididos a hacerle una cara nueva a todo el que se les pusiera por delante).
¿Por qué tiene tanta fuerza este tema? No es un himno generacional ni nada por el estilo. Basta oír la letra para darse cuenta de que no contiene ningún elemento de esas características. Parece situada en un tiempo pasado y no hay un relato cronológico ni nadie con quién identificarse de una manera concreta, sino más bien una serie de imágenes sueltas muy poderosas y violentas, y en algunos casos espantosas. De lo que sí podría tratarse es de la constatación de un fracaso y de la existencia de unas heridas. Podría ser, dicho de otro modo, como nuestro Rumble Fish particular, un Rumble Fish en la recta de tribuna del franquismo.
Poéticamente, la letra del tema suministra algunas asociaciones estupendas, como “carreras de motos/carreras de medias”, todo lo cual puede verse reflejado en él gafas de espejo mediante, que recoge un mundo masculino totalmente abstraído del resto de las cosas, lleno de agresividad y sinsentido. O la imagen, de vuelta a casa, un poco excéntrica al tronco de la canción, de “aquella gorda señora”, así como los “culos de las madres deshechos por los hijos”; eran tiempos edípicos y de incorrección. Y el “acento de emigrante”, que en Barcelona, con frecuencia, era directamente otra lengua.
Y observar es como estar malsoñando… Perfecto, ¿no? Lo que implica en el contexto de la canción y del recuerdo esta idea es fabuloso. Algo entre dos vectores, algo como miedo o retraimiento.
Musicalmente, el tema, sencillo, tiene un ritmo tenso y obsesivo que no se aplaca nunca, y con puntos muy empinados en su estructura.
En fin, siento el rollo. Todo esto proviene de anotaciones para el susodicho trabajo que, vueltas a leer, me dije, bah, no están tan mal, voy a echárselas a estos. Y ahora el tema, que es lo bueno.
Y aquí va la letra. Ese mismo año la editorial Libertarias/Prodhufi le editaba a Javier el poemario Chatarra de sangre y cielo, compuesto por letras del disco y otro material original.
En el motor hecho jirones,
la chatarra de tu piel es una montaña,
una montaña, es una montaña, una montaña.
Desde el espejo de mis gafas,
viendo carreras de motos en mi calle,
en mi calle, en mi calle, en mi calle.
Desde el espejo de mis gafas,
miro carreras de medias en mi calle,
en mi calle, en mi calle, en mi calle.
Y ellas en mí se pueden ver,
y ellas en mí se pueden ver.
Esquiando por los terraplenes
en la tapa de un water,
comiendo ranas asadas con mechero.
Espadas hechas con dedos de obra
y la cena siempre espera en la lumbre,
en la lumbre, en la lumbre, en la lumbre.
Nos aturden los gritos de madre
reclamando a Miguel Ángel
con acento de emigrante, con acento de emigrante.
Día de lucha de los vikingos,
de los pitillos robados,
pelea contra la banda del escorpión.
Y alrededor la sangre,
en los palos de polo de fresa,
en los palos de polo de fresa,
en los palos de polo de fresa.
Las ruedas del camión
van dividiendo las piernas
de aquella gorda señora que ya tiró su basura.
Desde el espejo de mis gafas,
viendo los culos deshechos por los hijos,
por los hijos, por los hijos, por los hijos.
El húmedo cartón de la chabola
ha empezado a empañar mis gafas.
Y observar es casi como estar malsoñando,
malsoñando, malsoñando, malsoñando, malsoñando,
malsoñando, malsoñando, malsoñando, malsoñando ...
El disco que “encontré” es Tormenta de tormento de Corcobado y los Chatarreros de sangre y cielo (Triquinoise, 1991). Apareció aproximadamente cuando llegaba a Madrid para permanecer allí una temporada. Ese hecho, junto con otras circunstancias personales que no vienen al caso, ha convertido este disco en mi preferido de todos los de Javier Corcobado. No sé si en eso coincido con la crítica o con el sentir de la mayoría, pero es algo que me trae sin cuidado. Para mí Tormenta de tormento es algo especial, muy querido, y lo será siempre.
Tras el turbulento período de Demonios tus ojos, y después de haber iniciado su carrera en solitario con Agrio beso, Corcobado conseguía montar una banda estupenda, que entendió y enriqueció esas canciones que proponía en aquel momento. Los Chatarreros de sangre y cielo eran Javier Arnal a la guitarra, Nacho Laguna al bajo, Nacho Colis a la batería y Justo Bagüeste a los saxos y teclas, más el propio Javier a la voz y la guitarra de acompañamiento. El disco fue grabado en junio de 1991 y contó con una excelente producción de Ollie Halsall, el colaborador de Kevin Ayers que moriría al año siguiente en Madrid. Además de los 10 temas del LP, se añadía de regalo un EP con cuatro piezas más (dos originales y dos versiones, una de Jobim –obviamente “Corcovado”– y otra de Morricone), y como cara B del single “La libertad” otro tema también inédito. Una fecunda cosecha, pues. (Con posterioridad, el sello reuniría todo este material en una reedición en CD).
Pero volvamos a la cosa. Encontrar Tormenta me fue tan bien que al final con mi amigo hemos cambiado el objeto de nuestro trabajo por un tema del disco, que es “Malsoñando”. Hay muchos temas buenos ahí, el propio “Tormenta de tormento”, la “Ladrada del afilador”, o esa decadente y etílica canción de feria que es “Chatarra de sangre y cielo”, que era uno de los temas que venía en el EP, pero “Malsoñando” es, dentro de este disco especial, algo especial. Recuerdo que el par de veces que los vi en Madrid en aquella época sus seguidores la reclamaban insistentemente, incluso una vez la habían tocado ya. No era el single, ni el tema que daba título al álbum, ni siquiera se había encaprichado de él ningún DJ de la radio. Parecía venir de tapado, de relleno. Pero, vuelta a escuchar casi 20 años después, mantiene intacta la fuerte correlación expresiva entre el tema musical y las imágenes que nos lanza.
“Malsoñando” se inscribe de lleno en las temáticas habituales de su autor. Malditismo y golpes de genio poético. Corcobado puro, polémico y controvertido. Pero, si no fuera así no sería él.
Javier Corcobado nació en Alemania, en una familia de emigrantes, pero regresó pronto a España, al barrio de Vallecas, zona dura, de todos es sabido, como el Carmelo de Barcelona o Santa Coloma. Así que buena parte de su infancia y adolescencia en los años 70 transcurrió ahí. Y de imágenes de entonces se nutre el tema. Naturalmente, imágenes que serán recreadas, reformuladas.
El mundo al que se refiere “Malsoñando”, el de los primeros 70, creo yo, es el de las calles –y las pesadillas– de los barrios más populares o del extrarradio de las grandes ciudades. Una época, anterior a la irrupción del caballo, en el que esos territorios estaban poblados por bandas de nombres intimidatorios, como correas, escorpión, etc. Motores trucados y ruidosos escapes. Niquis ceñidos y pantalones acampanados. Gafas de espejo, pulserones de cadena y peines. Polos y pitillos sueltos. Cubalibres y lumumbas. Chulería y trifulcas. (Recuerdo que en mi calle, situada en una de las faldas del Carmelo, de vez en cuando había que correr para escapar de los asilvestrados muchachos de la montaña, que venían decididos a hacerle una cara nueva a todo el que se les pusiera por delante).
¿Por qué tiene tanta fuerza este tema? No es un himno generacional ni nada por el estilo. Basta oír la letra para darse cuenta de que no contiene ningún elemento de esas características. Parece situada en un tiempo pasado y no hay un relato cronológico ni nadie con quién identificarse de una manera concreta, sino más bien una serie de imágenes sueltas muy poderosas y violentas, y en algunos casos espantosas. De lo que sí podría tratarse es de la constatación de un fracaso y de la existencia de unas heridas. Podría ser, dicho de otro modo, como nuestro Rumble Fish particular, un Rumble Fish en la recta de tribuna del franquismo.
Poéticamente, la letra del tema suministra algunas asociaciones estupendas, como “carreras de motos/carreras de medias”, todo lo cual puede verse reflejado en él gafas de espejo mediante, que recoge un mundo masculino totalmente abstraído del resto de las cosas, lleno de agresividad y sinsentido. O la imagen, de vuelta a casa, un poco excéntrica al tronco de la canción, de “aquella gorda señora”, así como los “culos de las madres deshechos por los hijos”; eran tiempos edípicos y de incorrección. Y el “acento de emigrante”, que en Barcelona, con frecuencia, era directamente otra lengua.
Y observar es como estar malsoñando… Perfecto, ¿no? Lo que implica en el contexto de la canción y del recuerdo esta idea es fabuloso. Algo entre dos vectores, algo como miedo o retraimiento.
Musicalmente, el tema, sencillo, tiene un ritmo tenso y obsesivo que no se aplaca nunca, y con puntos muy empinados en su estructura.
En fin, siento el rollo. Todo esto proviene de anotaciones para el susodicho trabajo que, vueltas a leer, me dije, bah, no están tan mal, voy a echárselas a estos. Y ahora el tema, que es lo bueno.
Y aquí va la letra. Ese mismo año la editorial Libertarias/Prodhufi le editaba a Javier el poemario Chatarra de sangre y cielo, compuesto por letras del disco y otro material original.
En el motor hecho jirones,
la chatarra de tu piel es una montaña,
una montaña, es una montaña, una montaña.
Desde el espejo de mis gafas,
viendo carreras de motos en mi calle,
en mi calle, en mi calle, en mi calle.
Desde el espejo de mis gafas,
miro carreras de medias en mi calle,
en mi calle, en mi calle, en mi calle.
Y ellas en mí se pueden ver,
y ellas en mí se pueden ver.
Esquiando por los terraplenes
en la tapa de un water,
comiendo ranas asadas con mechero.
Espadas hechas con dedos de obra
y la cena siempre espera en la lumbre,
en la lumbre, en la lumbre, en la lumbre.
Nos aturden los gritos de madre
reclamando a Miguel Ángel
con acento de emigrante, con acento de emigrante.
Día de lucha de los vikingos,
de los pitillos robados,
pelea contra la banda del escorpión.
Y alrededor la sangre,
en los palos de polo de fresa,
en los palos de polo de fresa,
en los palos de polo de fresa.
Las ruedas del camión
van dividiendo las piernas
de aquella gorda señora que ya tiró su basura.
Desde el espejo de mis gafas,
viendo los culos deshechos por los hijos,
por los hijos, por los hijos, por los hijos.
El húmedo cartón de la chabola
ha empezado a empañar mis gafas.
Y observar es casi como estar malsoñando,
malsoñando, malsoñando, malsoñando, malsoñando,
malsoñando, malsoñando, malsoñando, malsoñando ...
sábado, 13 de marzo de 2010
Back to basics?
La providencia ha dispuesto que estos días haya estado escuchando a Quincy Jones. He andado repasando cosas suyas hechas entre finales de los 50 y principios de los 70. Hay de todo, claro, pero era un tipo inteligente, sensible, instalado por voluntad propia en una especie de mainstream que, en realidad, en aquella época no era otra cosa que el digno deseo de ser popular. En fin, no os voy a descubrir quién es Jones y las cosas que ha hecho pero, haciendo ese repaso he vuelto a topar con un disco de él que siempre me ha gustado. Es Go West, Man!, un disco de 1957, que seguro que no es uno de sus mejores trabajos pero que tampoco merece algunas palabras y calificativos que le han dedicado los "expertos". Es un disco agradable, un intento de hacer del sonido west coast algo más diáfano y cristalino aún, eliminando alambicados subtextos orquestales y ciertos juegos intelectuales con los que algunos jazzmen de California gustaban de jugar. A primera vista podría parecer chocante un planteamiento así en alguien como Jones, que el año anterior había despachado un LP como This is how I feel about Jazz, sofisticado y complejo, pero, no, es lo más natural si se piensa bien. Cuestión de simplicidad.
Total, que no puedo evitar poner un par de temas de ese disco. Movidos, vibrantes, pegadizos, para bailar. Se trata de "Dancin' pants" y de "Be my guest". El primer tema es de Jimmy Giuffre y él mismo firma el arreglo, el segundo es de Lennie Niehaus y también él mismo hizo el arreglo. El grupo, un septeto, es relativamente pequeño comparado con los que acostumbraba a trajinar Jones. Cuatro altos + sección de ritmo. Los saxofonistas son, agarraos, Benny Carter, Art Pepper, Herb Geller y Charlie Mariano. La rítmica, soberbia, está compuesta por Lou Levy, Red Mitchell y Shelly Manne, al piano, contrabajo y batería.
Nada más. A disfrutarlos y a ver si alguien se entretiene en distinguir los altos. Ese sería un buen pasatiempos para un sábado noche en casa, por ejemplo.
Total, que no puedo evitar poner un par de temas de ese disco. Movidos, vibrantes, pegadizos, para bailar. Se trata de "Dancin' pants" y de "Be my guest". El primer tema es de Jimmy Giuffre y él mismo firma el arreglo, el segundo es de Lennie Niehaus y también él mismo hizo el arreglo. El grupo, un septeto, es relativamente pequeño comparado con los que acostumbraba a trajinar Jones. Cuatro altos + sección de ritmo. Los saxofonistas son, agarraos, Benny Carter, Art Pepper, Herb Geller y Charlie Mariano. La rítmica, soberbia, está compuesta por Lou Levy, Red Mitchell y Shelly Manne, al piano, contrabajo y batería.
Nada más. A disfrutarlos y a ver si alguien se entretiene en distinguir los altos. Ese sería un buen pasatiempos para un sábado noche en casa, por ejemplo.
jueves, 11 de marzo de 2010
Agenda: Christine Sehnaoui y Andy Moor + Joan Saura
Este próximo domingo, a las 22 horas en el Círcol Maldà (calle del Pí, 5), Barcelona, la gente de Arco y Flecha proponen otro interesante concierto, el dúo formado por Christine Sehnaoui y Andy Moor, a los que han pillado en plena gira (el día 15 estarán en Zaragoza [Las latas de bombillas] y el 16 en San Sebastián [Katakou]). La primera es una joven saxofonista libanesa afincada en Francia que lleva ya unos años haciéndose un hueco en el circuito europeo de música experimental improvisada. El guitarrista Andy Moor, por su parte, es miembro de la gran banda holandesa The Ex, y además de practicar la improvisación y los sonidos imposibles con ellos, también lleva un tiempo haciéndolo en solitario. Les precederá en el escenario un solo del samplerista Joan Saura, que trabajará con su personal mundo de sonidos y muestras. Así pues, una velada a todas luces interesante.
Tanto Sehnaoui como Moor practican una relación muy especial con sus respectivos instrumentos. Es difícil saber con exactitud qué nos ofrecerán. Quizá no sea música tal y como se suele considerar pero seguro que será algo excitante. Proponemos estos dos vídeos de cada uno de ellos y sugerimos que le den al play a los dos a la vez, para así escuchar el sonido de ambos al unísono. Tal vez se acerque a lo que escucharemos este domingo.
Tanto Sehnaoui como Moor practican una relación muy especial con sus respectivos instrumentos. Es difícil saber con exactitud qué nos ofrecerán. Quizá no sea música tal y como se suele considerar pero seguro que será algo excitante. Proponemos estos dos vídeos de cada uno de ellos y sugerimos que le den al play a los dos a la vez, para así escuchar el sonido de ambos al unísono. Tal vez se acerque a lo que escucharemos este domingo.
miércoles, 3 de marzo de 2010
Una buena causa. Brindar apoyo a la decana de las radios libres de Barcelona, una emisora por la que han pasado, se han hecho y se hacen fabulosos programas radiofónicos, dedicados a músicas específicas, dramáticos, o absolutamente demenciales. Como reclamo, un cartel de lo más variado, desde los extraordinarios 25HOMBRES a la reunión de Macromassa, pasando por los imprevisibles Mil Pesetas, los divertidos Za!, los deliciosos Motor Combo, los bestiales -valga la redundancia- Bèstia Ferida , los inteligentes Le Petit Ramon, o los desternillantes y geniales Accidents Polipoètics, entre muchos otros.
Todo ello este viernes 5 de marzo, desde las 20 horas hasta las 2 de la madrugada, en el Espai Jove La Fontana (calle Gran de Gràcia, 190-192; metro: Fontana).
De un viejo adagio
Voy a arrojar un tema sobre el tapete para que lo mediten detenidamente en sus casas: ¿el músico rinde mejor con el estómago vacío?
martes, 2 de marzo de 2010
LES ANCIENS, conjunto musical con amplia experiencia en el sector
Beat. Un domingo de campo desarrollista y vuelta a casa por curvas tristes. – Mundo joven. Algo-ritmos efervescentes, cacharros y operaciones de perforación de estómago. – Waiting on the pavement. Contratwist en las barracas, y el rabioso perro del vecino se ha escapado. – Xiulet. En la subida de la calle de la Murtra, durmiendo en la caja de una furgoneta 2 caballos, soñando con la puerta trasera mal cerrada. – Les Surfettes. Extraño animal en el parque de las fieras: embocadura sugerente y uñas como llaves. – Silvie. La dolce Paola escucha música más movida que la que oigo cuando la miro. – Halloween, Reuma, Moog…? De miedo también se vive… como los camareros románticos lo saben por eso queman el dinero. – El Fantasma del Odeón. ¡Nueva goma de mascar Hammer, pídela en tu establecimiento habitual! – Apnea. Ah, no no no, de ninguna manera voy a montar ahí. – The Lady L. La luz se pone por Montjuïc y el práctico lleva pintado en el casco Això són quatre dies. – Grandi Donne. En los bailes, la ingravidez es la tónica, los movimientos de brazos y piernas deben ser convulsos y el cuerpo destartalado: condición de posibilidad para arrasar en la pista (Antonia, que es de pueblo, lo sabe). – Felix Pappalardi. El sigilo y la discreción encuentran en este empleado su más insigne morada. – Ziga Zaga. Dicen que personas que ya no están andan por el descampado, y de nuevo volvemos a oír del perro huido y resulta que tiene apellidos. – Les Anciens. En el camping, el primo de Francia pesca turistas usando de cebo un billete verde de mentira. – Perdónense. “El modelo de paseo ideal sigue siendo la tarde de novillos” (M.M.).
Ya hemos acabado de hacer el indio, como no podía ser de otra forma.
Les Anciens: Oriol Perucho (batería), Joan Saura (sampler), Eduard Altaba (bajo eléctrico y contrabajo), Enric Cervera (contrabajo, guitarra, percusiones y voces).
Grabado en septiembre de 2008 en Barcelona.
Editado a finales de 2009 por La Olla Expréss, con la colaboración de Cabaret Hofmann.
Para Roger, que también vive cerca.
Esta entrada la ha escrito Delbert Grady, un viejo amigo del Overlook, bien sûr!!!
Y un ancien YouTube.
Toppling Spool, BCN, 28-II-2010
Ni Reorganización espontánea ni sus nombres en el cuarteto, sino Toppling Spool (algo así como "recoger carrete"). Tom Chant (saxos tenor y soprano y clarinete bajo), Javi García (contrabajo), Frances Bartlett (cello) y Marc Egea (zanfona). 28 de febrero de 2010. Ciclo "Músiques disperses", sala Heliogàbal, Barcelona.
Integral improvisation contemporary style.
Integral improvisation contemporary style.
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