"Los seriales conmocionaban hasta tal punto que se aprovechaba su éxito de público para realizar reducciones escénicas que se representaban periódicamente con un gran éxito de taquilla. ¿Por qué esa conmoción? El serial radiofónico heredaba la función que había tenido el folletín. Gramsci se había planteado varias veces la necesidad de utilizar las formas y los temas de la literatura popular, enriquecidos por una intencionalidad transformadora. Fue uno de los primeros teóricos de la praxis en comprender que, tras el divorcio entre cultura de elite y cultura de masas, no sólo se escondía la típica conspiración alienadora de los filisteos, sino un auténtico problema de desfase cultural en el sentido más total de esta palabra. Para dar la razón a Gramsci ahí están los seriales de Sautier Casaseca, cargados de intención política, servidos a través de un medio omnipotente que sólo necesitaba electricidad para llegar al último rincón de la última oreja, un medio que, además, permitía ser atendido continuamente, hiciera lo que hiciera el oyente, incluso por debajo del nivel consciente de su percepción. Fue un auténtico asunto de hipnosis radioeléctrica, como si de los receptores se escapase el efluvio de la persuasión o como si las combinaciones musicales fuesen en la realidad melodías del flautista de Hamelín."El subrayado es nuestro. Por lo demás, creo que el tema que plantea, mutatis mutandis, sigue teniendo plena vigencia. Además, como pueden ve, el contenido de este fragmento nos ofrece hoy centrífugas posibilidades de comprensión insospechadas para Vázquez Montalbán entonces.
sábado, 18 de agosto de 2012
Lecturas: Crónica sentimental de España (II)
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