Los neozelandeses haciendo su haka
frente a unos desafiantes franceses.
Prolegómenos de un gran encuentro.
frente a unos desafiantes franceses.
Prolegómenos de un gran encuentro.
Desde hace tres años, nuestro hijo D. juega a rugby. No somos una familia muy "deportiva" que digamos, pero esta circunstancia ha hecho que inevitablemente nos hayamos aficionado un poco a este deporte. Bueno, también vemos partidos de fútbol de vez en cuando, especialmente las finales o los considerados como "grandes citas", pero, entre nosotros, hemos de decir que no tenemos al fútbol como un deporte sino como un juego de patio de colegio.
Bach to rugby. Ayer finalizó la 7ª Rugby World Cup, o más comúnmente llamado "mundial de rugby". Y lo hizo con un partido espectacular: Nueva Zelanda (que jugaba como anfitriona) contra Francia (la eterna aspirante). Además de la tensión e importancia por ser una final, el partido iba a ser apasionante porque ambas selecciones se tienen cuentas pendientes. Son dos de las escuadras que practican un juego más excelso. Sus partidos son siempre choques bestiales. Y había un precedente anterior, la final jugada por ambos en el primer mundial, en 1987, que también se disputó en Auckland y que acabó con la victoria de los all blacks (como se llama a los neozelandeses). Así que iba a ser un partido con todos los ingredientes.
Y, en efecto, lo fue. Ganó Nueva Zelanda con un ajustado 8 a 7. El último tramo del encuentro fue agónico para los neozelandeses. Francia, ayer, desplegó un juego mejor y tuvo a los all blacks contra las cuerdas durante casi todo el partido. Llegaron a descentrar por completo a Piri Weepu, el medio melé titular de los all blacks, que hasta ese momento había realizado un mundial extraordinario. Un golpe de castigo frente a palos daría el triunfo a los anfitriones, ya que ambas selecciones sólo hicieron un ensayo cada una.
La trayectoria de ambos equipos durante el torneo ha sido bien distinta. Mientras Nueva Zelanda ha pasado por el mundial con un juego agresivo, de ataque y, más o menos, vapuleando a todos sus adversarios; la selección francesa ha ido de menos más. En la fase de grupos, jugaron casi todos los partidos con alineaciones no titulares, lo que casi les cuesta el paso a cuartos y lo que puso al entrenador, Marc Lièvremont, en el centro de todas las críticas. En cuartos de final la cosa cambió. Ya con el equipo 'A', por decirlo de algún modo, aplicaron un severo correctivo a Inglaterra y, aunque con algunos problemas, se desembarazaron de una de las revelaciones de este mundial, la joven y renovada selección de Gales.
No obstante la trayectoria ascendente de Francia, aún no habíamos visto de lo que en verdad son capaces (excepción hecha, quizá, del primer tiempo contra Inglaterra). Pero, los favoritos, por el rugby que habían practicado y por jugar en casa, seguían siendo los neozelandeses. Aunque, ya lo dicen los que entienden de esto, si alguien podía aguar la fiesta a Nueva Zelanda esos eran los franceses.
Finalmente se impuso la lógica y se llevó el mundial, merecidamente, Nueva Zelanda, por más que ayer jugará mucho mejor Francia. Cosas del deporte, ya saben.
Ni que decir se tiene que en casa íbamos con Francia.
Al margen de todo esto, queríamos decirles que el tema de los comentaristas deportivos es crítico en cualquier deporte, no es cosa sólo del fútbol. Hablan por hablar y a duras penas, también se equivocan, son parciales, etc. etc. Así que ayer decidimos disfrutar el match con el único comentario de "La pasión según San Juan", de Bach, en la espléndida versión grabada por John Eliot Gardiner, The Monteverdi Choir y The English Baroque Soloists para el sello Archiv Produktion.
Ahí va el aria "Es ist vollbracht!"...
Tengo bastante alergia al deporte y no sé absolutamente nada sobre rugby, aparte de la fama de bestia que tiene; pero me parece genial la idea de verlo con Bach, Eliot Gardiner mediante, en vez de los huecos comentarios habituales. Tal vez me aficione al deporte televisado con alguna práctica similar. ¿Qué tal un poco de boxeo con "La pasión" de Haydn? Sin bromas: insisto en lo excelente de la idea.
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