Ayer fuí a ver Contagio, la película dirigida por Steven Soderbergh. De los diálogos del film proviene el título de esta entrada. El doctor Sussman, un especialista en virus que interpreta Elliott Gould, se lo suelta a un periodista sin periódico, esto es, un bloguero díscolo (Jude Law).
Soderbergh es un tipo interesante. Combina la realización de películas alimenticias con otras que valen la pena (incluso tiene una obra maravillosa, El halcón inglés), o que como mínimo contienen elementos que llevan un poco más allá a lo que podría ser un film de género del montón. Contagio podría ser uno de esos telefilms que los domingos por la tarde emiten las cadenas de televisión, sin duda con el loable objetivo de que los espectadores se echen unas buenas siestas, pero es más que eso.
Aunque sin ser la reostia, hay algunas cosas apreciables en esta película. Por ejemplo, como subraya negativamente el que un alto cargo del departamento de control de epidemias de EE UU utilice la información privilegiada de que dispone para salvar a un miembro de su familia, mientras el resto de la población vive en la inopia. Este hecho suele verse con frecuencia en el tipo de telefilms ya mencionados, y además suele verse como un hecho absolutamente normal, incontestable: "si es su esposa, cómo no la va a salvar". No es que en la película de Soderbergh se moralice estérilmente al respecto sino que de un modo muy realista se plantea en términos éticos: aunque es difícil que alguien pueda luchar contra sus sentimientos, eso no significa que no se pueda y deba hacer una lectura ética -negativa, en este caso.
La historia es bastante coral, cosa que creo imprescindible para hacer un trabajo sobre una pandemia. Y aún podría serlo más, pero mantiene todavía los consabidos personajes que suelen hacer de anclaje para la historia (aunque también hay que decir que a algunos los mata rápido). Y me parece que para hacer un film sobrecogedor sobre un tema así aún habría que ir más lejos. Hasta Eisenstein y su cine con, de y para masas. Un Octubre del cine apocalíptico. También debería ser una película que ofreciera un recorrido por distintas partes del mundo. Algo de esto también hay en Contagio, pero no es suficiente.
La historia del virus que expone Contagio tiene relación con el virus Hendra, una extraña zoonosis (hoy por hoy, tal vez la amenaza más temida, el que una infección potente pueda pasar de animales a humanos) descubierta en Australia en 1994. El huésped natural es un murciélago y antes de pasar a los humanos hay un paso por un huésped intermedio (en el caso del Hendra, el caballo; en el de la película, el cerdo).
El supuesto film ideal podría iniciarse con las evoluciones reales de unos virus vistos al microscopio. No recreaciones infográficas. Y como el daño no lo oímos, pero sabemos de él y de su funcionamiento, que mejor que una música taladrante y amenazadora.
Esto que han oído es una pieza de los primeros Einstürzende Neubauten, no de la película. Sin embargo, la música de la película no está nada mal. Es básicamente electrónica y es de Cliff Martinez, que ha firmado casi todas las bandas sonoras de los films de Soderbergh y que, como dato curioso, diremos que fue batería en la última Magic Band del Captain Beefheart.
Es bueno eso del grafiti con signos de puntuación. De verdad. Y todo un honor. En el libro de Adorno Teoría estética había un capítulo muy cortito que se llamaba "La imaginación del signo" y que trataba justamente de todas las posibilidades que nos ofrece la puntuación: la coma, los varios puntos, el guión y el paréntesis...
Como los tags que proliferan por las paredes de las ciudades, bloguear es algo vírico.
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