sábado, 12 de noviembre de 2011

Arnau Sala, Barcelona, 11-XI-2011

Asistimos al anunciado concierto-performance y conclusión del proyecto "11.11.11" que Arnau Sala presentaba en un amplio estudio a las puertas del barrio barcelonés de Poblenou, la vieja zona industrial a la que se denominaba "la Manchester catalana" debido a la profusión de fábricas instaladas en su territorio.

Aunque sea por ese bagaje histórico, pues ya queda bien poco de todo aquello, el emplazamiento era idóneo para una sesión de música industrial.

Lo organizó la asociación l'ull cec, que también trabaja mucho en Berlín, y precisamente de la ciudad alemana trataron de traer un cierto "savoir faire". El local estaba casi abarrotado de gente de lo más variopinto. Algo extraño para el tipo de música que a priori se iba a oír, aunque suponemos que concibieron el acto en la forma en que se suele hacer en Berlín: congregando mucha gente gracias a presentarlo de un modo más lúdico, o al menos no tan severo, como se suelen presentar este tipo de actos. Incluso, antes de la performance de Arnau Sala, el DJ Zero pinchó música movida como para "calentar" a la audiencia. En principio nada que objetar, al contrario, para dar vitalidad a estos encuentros tal vez sea necesario plantearlos de un modo más imaginativo. Tal vez el único pero a hacer vendría no tanto por el planteamiento como por el público asistente. Uno tenía la impresión de que a un porcentaje importante de la asistencia todo aquello que proponía Arnau le importaba más bien poco.

Pero, dejemos esto, ya que tal vez se parece demasiado a un juicio de valor, cosa que no nos gusta hacer.

El concierto fue breve. No llegó a la hora. Arnau Sala estaba rodeado de un dispositivo compuesto por 11 tocadiscos, agrupados en tres mesas distintas, y con un mezclador en cada mesa.
Propuso tres piezas.
La primera me pareció algo floja. Quizá para situarse. Las partes rítmicas no me convencían. Demasiado cerca en el tiempo del deejay anterior.
La segunda, en cambio, lo corrigió todo. Apareció ruido blanco en diversas capas (y eso siempre es positivo). Se jugo también con la modificación de las señales, y si se escuchaba con atención se advertían numerosos efectos ilusorios. Los ritmos dejaron de ser evidentes. Eran más cerrados y no estaban tan marcados. Recordaban a las buenas secuencias industriales de antaño.
La tercera y última parecía una síntesis de las dos anteriores, pero afortunadamente en el resultado caía del lado de la segunda. Fue la menos "centrada" y la más variada de las 3. Sonidos lanzados al vuelo. El ritmo como efecto. La situación como elipsis e ilusión.

Ahí va el minuto final, nada más. Es lo único que grabamos. Preferimos estar escuchando. Pero, puede ayudar a hacerse una idea de lo aquí contado. Vimos micrófonos y muchas cámaras, así que es de esperar que algún día veamos o escuchemos la totalidad del concierto.

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