miércoles, 19 de enero de 2011

Sobre Baf, por Ramon Solé

A raíz de la entrada sobre Baf en San Sebastián, hablamos con Ramon Solé y surgió la posibilidad de que él escribiera un artículo a partir de un par de ideas. La primera, puntualizar la información que se daba en la nota de prensa de la "Onda galaico-pirenaica" de 1976, y que aparecía en la anterior entrada. La segunda idea era, sencillamente, la de hablar de su amigo Josep Franco. Para el hotel es un honor poder publicar este bonito y esclarecedor texto.

A continuación, la nota de prensa completa, que reprodujo el Rock Comix sobre el "Rock català" en 1976 y que ocupaba una doble página. Después, el texto de Ramon Solé.

(Pinchar en la imagen para ampliar)


Sobre Baf


No hace mucho tiempo que el incansable Jack Torrance escribió un artículo sobre la actuación de Baf en el Festival de Jazz de San Sebastián en el año 1973. A modo de ilustración aparecía una nota de prensa fechada en 1976 de otra actuación que se realizó en Zeleste. Si alguien lee lo que manifiesta el texto de dicha nota y se fija en la lista de músicos llegará a la conclusión que se trata una formación completamente distinta a la del Baf de San Sebastián. Así es y así pasó. Pero al releer la nota de prensa me dí cuenta que alguien podría llegar a pensar que esto fue fruto de una ruptura entre antiguos miembros personalizada por Josep Franco de una parte y por mí de la otra. De hecho el principal motivo por el cual Franco no tocó en San Sebastián fue por que estaba en la mili, así de prosaico. La mili interrumpió miles de iniciativas durante mucho tiempo, desde grupos ye-yé hasta cuartetos de cuerda. Nosotros no fuimos una excepción. El Baf de Zeleste del 76 se gestó cuando a un servidor le tocó el turno de prestar el servicio a la patria. Sé que no es un asunto tan importante como para componer un desmentido público. Yo lo que quiero es hablar de Josep Franco.

La primera vez que vi con mis propios ojos una guitarra eléctrica en mi vida (una Burns roja como un chile) fue cuando Franco me llevó a ver los ensayos de un grupo en un local del Raval de Barcelona. En aquel entonces se decía “conjunto” y “distrito quinto”. Yo tocaba un poco y con Franco conocí a un tío que sabía tocar la escala de blues en La. Pentatónica, por supuesto. Empecé a conocer gente, a hablar de marcas y tipos de guitarra, a mirar escaparates de instrumentos, a ensayar y practicar en las habitaciones de los amigos comiendo las galletas que nos traían las correspondientes madres. Pronto llegarían los primeros intentos de formar un grupo mientras devorábamos vinilos que llegaban del extranjero. Franco, en cierto modo, tutelaba parte de este proceso seguramente llevado por su temperamento alfa. Franco era de esta clase de personas que siempre defendía al grupo en las comparaciones con los otros. Nosotros éramos los más enrollados, teníamos al guitarrista más rápido, sonábamos mejor ...

Franco quizá no era tan amante del free como parecía. Pero sí era muy amante del grupo que lo tocaba, de su grupo. En el tiempo que toqué con él yo me dedicaba a volar sobre sus líneas de bajo, yo y los demás. Nos costaba encontrar baterías que encajasen o que, simplemente, quisieran tocar con nosotros. Este es el motivo por el cual Martí Soler, un guitarrista, tocó la percusión en San Sebastián. En una actuación en una discoteca donde nos infiltramos como concursantes en un festival pop, Riqui Sabatés, otro guitarrista, tocó la batería. Los temas, que eran más esquemas que otra cosa, llegaban a ser kilométricos. Nuestros detractores nos decían unitonales y era verdad. Pero por algún motivo y en algún momento a mí me parecía que sí éramos un poco más mágicos que los que chuleaban de saber más, tener mejor tempo.

Lo de onda galaico-pirenaica era una crítica paródica de la constante reivindicación de lo mediterráneo que empezó a vivirse. La redacción de la nota de prensa contó con la colaboración de Gato Pérez, según me contó Franco. El Gato sintonizaba bien con Franco, de alfa a alfa. El objetivo de la nota de prensa era contextualizar a Baf como un grupo histórico pero borrando la imagen de un grupo extremo de free total. Se pretendía movilizar a los comentaristas musicales que odiaban los conceptos abstractos. Franco se disculpó que en el texto apareciese este distanciamiento respecto a lo que habíamos hecho anteriormente con o sin él. A mí no me importó por que, entre otras cosas, los tiempos ya empezaban a cambiar. A muchos músicos les interesaba más profundizar en las raíces que irse por las ramas. Aunque se lograron trabajos interesantes, la llegada de lo latino y su manual de instrucciones tuvo efectos fumigantes sobre la creatividad. Los que no comulgaron con el catecismo sabrosón empezaron a desfilar hacia las estepas freakies. Me cuesta explicar lo que pasó pero, a mi entender, la música se territorializó. Aparecieron diferentes estrategias buscando la profesionalización como fin primordial. Ahora parece que lo tuviera claro pero para mí fueron tiempos de una gran confusión.

Con la formación del 76 recuerdo que llegué a tocar en plan invitado en un festival colectivo que se hizo dentro de la programación del Grec. Fue la última vez que tocamos juntos. Llegaron tiempos más duros y fríos. A Josep Franco la gran serpiente que mordió a tantos músicos en Barcelona le inoculó el fatal veneno. Finalmente el bajista que me ayudó a comprar mi primera guitarra, una Guild X-500, a pesar de mi reparo (me parecía una guitarra rarísima), el amigo que me enseñó que era mejor ser un gilipollas auténtico que un auténtico gilipollas, el que me mostró la música como un ascensor para huir de la humedad de la calle desapareció. Yo, en muchas ocasiones, aún me considero su guitarrista.

Ramon Solé, enero de 2011

2 comentarios:

  1. Hola Mr Torrance. Muy buena entrada del Sr. Solé.
    Yo no conocí a Josep Franco tanto como Ramón, aunque sí recuerdo que cuando coincidíamos en algún lugar había un buen feelin'. Se hacía apreciar.
    Justo después de leer este post me ha venido a la memoria una anécdota, reveladora, que me contó Xavier Pérez, referida a Franco.

    Resulta que, por un asuntillo de faldas, Franco había pedido al Gato las llaves de la casa donde vivíamos entonces, en la calle Manresa; eso sí, asegurándose primero de que tal día a tal hora iba a disponer de la intimidad necesaria para estos menesteres. Naturalmente el Gato le dejó la llave y le dijo:

    -Cuando acabes me dejas la llave en el buzón; la recogeré yo.

    Ya reestablecido el equilibrio hormonal, Franco deja la llave en el buzón.

    El Gato llega al vestíbulo, abre el buzón y allí encuentra la llave y dos caramelos.


    Saludos.

    RZ

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  2. bonita anécdota: dos caramelos, uno de parte de él, el otro de ella.

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