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Hoy me he enterado de la muerte del genial actor inglés Pete Postlethwaite y he recordado la triste y deliciosa película en la que lo descubrí encarnando a un tiránico y violento padre, Voces distantes (Distant Voices, Still Lives, 1988) de Terence Davies. Una pequeña obra maestra que recomiendo a todos los amantes de la música, pues ésta es uno de los ejes sobre los que se construye la historia y se comprende a los personajes. Ambientada en Liverpool entre finales de los años 30 y principios de los 40, toda la película está llena de música, que suena por la radio, o que cantan los personajes en toda clase de situaciones y lugares, en la cocina, la calle, el pub, en un refugio antiaéreo, en una boda o en un funeral. Los actores que interpretaron este bello (de una belleza espectral) e implacable film cantan de maravilla, pero no como estrellas de un musical sino como miembros de un pueblo en el que cantar era una forma de sobreponerse a las peores circunstancias.
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