martes, 27 de diciembre de 2011

Tropopausa


En marzo de 1979, me trasladé con mi madre a vivir a La Floresta, un pequeño pueblecito de casas dispersas entre el bosque situado en medio de la sierra de Collserola, cerca de Sant Cugat del Vallés. Durante los 70, muchos hippys, freaks y gente del rollo se había instalado allí. En poco tiempo, La Floresta (y en menor medida otros pueblos cercanos y de parecidas casacterísticas, como Valldoreix y Mirasol) se convirtió en uno de los enclaves importanes de la geografía underground de Barcelona, produciéndose allí todo tipo de manifestaciones culturales: música, cómic, teatro...
En el pueblo había un lugar que se convertiría en algo así como el centro neurálgico de toda aquella movida, era el Casal de La Floresta. El Casal ocupaba lo que había sido un viejo casino de principios de siglo al que la burguesía catalana iba jugarse "els quartos" en su momento. La Asociación de Vecinos de La Floresta se hizo con él y, gracias a ello y a las actividades que se desarrollaron y usos que se le dieron el edificio logró seguir en pie dignamente (al menos durante unos años).

Cuando nosotros llegamos a La Flores, la actividad mencionada ya había decaído un poco con respecto a los años anteriores. Aún se hacían conciertos y exposiciones y otras cosas, eso sí.
La mayoría de mis amigos vivían en Barcelona, así que yo casi siempre bajaba a la ciudad. A pesar de esto, pude ver en el Casal unos cuantos conciertos. De todo un poco, rock, salsa, jazz, orquestas de baile...
Recuerdo uno que me gustó y sorprendió gratamente. Era un concierto acústico de Gato Pérez. Además de él a la guitarra ventilador y la voz, le acompañaba tan sólo otro guitarrista y un bajista. Un concierto cercano y en cierto modo raro, pues Gato en aquella época ya tenía un bastante renombre y solía tocar con su grupo, que podía ser de cinco, seis o más músicos. La música de Gato no era por aquel entonces de mi rollo, pero aquel directo me encantó

Pero, el concierto que más me gustó, que nunca he olvidado y que guardo en mi memoria como un tesoro, fue el que ofreció el quinteto Tropopausa. En aquel momento no había oído aún el disco. No sé incluso si había aparecido ya. Pero ese concierto llegaría a ser muy importante para mí. Entonces era jovencito y muy rockero, y de repente Tropopausa me mostraron otras posibilidades, otras músicas. Sin ser un grupo de jazz ni pretenderlo, había cosas que por espíritu quedaban muy cercanas al género (la libertad, la búsqueda de un sonido personal). Por ejemplo, algo que es de lo que más recuerdo que fue la forma de tocar la batería de Oriol Perucho. O los temas en sí, cuya forma me parecía imposible, como si nunca se me hubiera ocurrido que se podían hecer temas así. No eran propiamente canciones y tampoco era improvisación, era una cosa muy peculiar que refería más a historias o algo así, por más que uno no llegará a comprenderlas. Todo esto y algunas otras que escuché esa noche, unido a que en los meses siguientes comenzaría a aficionarme a escuchar discos de jazz, terminarían por inocularme para siempre el virus de esta música.

Todo esto que viene a cuento de que el sello Picap (910998), como depositario de los fondos del catálogo de Edigsa y Zeleste, acaba de reeditar en cd el disco Tropopausa. Es la primera vez que aparece en este formato además. Muchos otros discos de esta escudería ya habían tenido una anterior reedición en cd en los 90 bajo el sello PDI. Así que, a la importancia que ya tiene de por sí editar el disco de Tropopausa hay que añadir esa otra de que se trata de la primera vez.

El disco de Tropopausa apareció durante el año 1979. Apareció dentro de la serie "Concert" que editaron conjuntamente los sellos Zeleste/Edigsa (referencia UM 2056 - LP, 1979). Debió ser una de las últimas referencias publicadas por el sello. Apareció en realidad a nombre de los músicos, "Altaba / Cervera / Perucho / Nico / Solé", es decir, los apellidos de los cinco, y el título, eso sí, era Tropopausa. No sé muy bien cómo ni por qué pero dicho título acabaría por dar nombre al quinteto. El disco no se vendió demasiado, supongo que porque este país es así de jodido y, también, porque tenía un punto inclasificacle y vanguardista, aunque en absoluto era árido. Si ya cuesta colocar este tipo de cosas ahora, imaginen entonces.
El quinteto se separó definitvamente en 1980, después de haber estado durante un largo año preparándose con máxima profesionalidad y ensayando con mucha frecuencia. No obstante esto, las actuaciones no caían. Les he preguntado varias veces a ellos cuántas actuaciones recordaban haber hecho como Tropopausa. La respuesta general, "muy pocas", apostillando alguno de ellos que tan sólo 2, algún otro que 4, pero en cualquier caso no más de una decena (la del Casal de La Floresta siempre fuera de toda duda, así que no fue un espejismo). Si se piensa, es una anomalía bestial tratándose de un grupo de sus características, pero este país -vuelvo a decirlo- es así.
Por tanto, y para volver a lo del concierto, imaginen lo privilegiado que me siento de haber podido verlos aquella noche en La Floresta, y saberme de los pocos que gozaron de tal oportunidad además.

El disco lo adquirí tiempo después. Desde el primer momento se convirtió en un disco "especial" y muy querido. Más allá de la anécdota del concierto, la música del disco estaba viva y también merecía ser guardada y hacerle un espacio permanente en la memoria.

Los de Picap me enviaron hace unas semanas una copia de la reedición y he hecho la correspondiente reseña del disco para Cuadernos de Jazz.
Léanla si les interesa. Por el momento no añadiré mucho más a lo dicho en ella. Simplemente, que el disco suena bien, lo que es un gran que. Y, tal vez sí, completar algo a lo que me refiero de pasada en la crítica. Se comenta muy por encima las diversas procedencias de los músicos antes de formar el quinteto. Quizá estaría bien apuntar, brevemente también, que una vez disueltos Tropopausa, algunos de sus músicos seguirían militando -y hasta prácticamente hoy- en formaciones más o menos experimentales y vanguardistas del área de Barcelona, como Naïf, Koniec, Moisés Moisés, Sboro, la Bel Canto Orquestra de Pascal Comelade, el colectivo de improvisación IBA, el trío Cactus, Les Anciens, la Banda de Improvisadores de Barcelona (BIB)... Mencionarlo sobre todo para que se entienda esa idea que apunto de Tropopausa como punto de llegada y de encuentro, como meta y parrilla de salida a la vez.

No obstante lo dicho hasta aquí, un día hablaremos de este disco pero desde una óptica más personal, más íntima. De momento, ahí va la reseña

Tropopausa en Cuadernos de Jazz

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.