martes, 6 de noviembre de 2012

unas breves consideraciones

La palabra interesante la solemos utilizar en exceso y con poca propiedad. Diría que sobre todo por pereza, por hacer un apaño rápido cuando hay que hacer o explicar algo para lo que no se cuenta con demasiado tiempo o, simplemente, cuando no se tienen ganas de explayarse demasiado y dejar fluir el ingenio. De tal modo, hemos acabado las más de las veces por desvirtuar su significado, su etimología (y que conste que me incluyo.) De entrada, no hay cosas interesantes per se, sino que el "interés" irá siempre en función de que se despierte en alguien o no.

El pasado jueves asistí a la habitual sesión que el Duot (Albert Cirera y Ramon Prats) realiza semanalmente en 23 Robadors. Esta vez les tocaba -como también es habitual una vez al mes- invitar a un músico para improvisar todos juntos. El invitado era Ferran Fages. No pensaba hacer ninguna crítica ni reseña (está bien descansar e ir a ver las cosas sin pensar, "tengo que escribir tal o cual cosa"). Y, de hecho, esto que viene a continuación tampoco va a serlo. Pero, al acabar el concierto, cuando regresaba a casa en el metro, estuve hablando con un amigo de algunas cosas que nos parecía habían pasado. Al llegar a casa las apunté rápidamente y creo que tienen un poco de interés (no mucho, tampoco.) Ahí van.

De entrada, quiero decir que la sesión de Duot + Ferran Fages no la calificaría ni de buena ni de mala, pero sí de interesante. Y voy a explicar por qué, mientras aprovecho para, por una vez, intentar hacer un buen uso de "interesante".

Una de las cosas que me motivó a bajar la otra tarde hasta el centro para ver la sesión de Duot fue la dispar combinación que se presentaba: el Duot son un dúo de free jazz total y aventurado, y Ferran Fages practica una improvisación electroacústica muy basada en el sonido. Lo que me atraía era ver hasta que punto podían ser coincidentes ambos territorios. Cómo podían interaccionar dos lenguajes (¿o mejor decir 'formas de hablar'?) que, en principio, están algo alejados entre sí o que, en todo caso, tienen una zona de intersección más bien reducida (al menos a priori; siempre a priori.)

Cuando áreas de trabajo quedan lejanas, como era el caso, el esfuerzo que habrá que hacer para confluir será más grande. Pero no hay otro remedio que hacerlo. A mí me fascina ver esta clase de esfuerzos y el trabajo que comportan. Personalmente siempre me han gustado esos documentales que ponen su atención en el trabajo de la gente, como la escuela documental británica. Ahí importa tanto la clase de actividad de la que se trate, explicándola lo mejor posible, como la manera en que los hombres y mujeres se aplican a ella. Por lo que a mí respecta, es un placer verlos.

Un poco con este espíritu me dirigí la otra noche a 23 Robadors, pensando en valorar el simple esfuerzo como espectador y sabiendo de antemano que iba a ser un trance dificultoso (o complicado) para todos.

La larga improvisación (que completaron con un breve bis) tuvo varios momentos. Era de esperar que los dos miembros de Duot estuvieran en sintonía desde el mismo inicio, aunque me pareció que en esos primeros minutos se mantuvieron un poco a la expectativa. Ferran Fages entró en un período dilatado de probaturas diversas, buscando su espacio, su lugar. Tras una larga primera parte muy especulativa, pareció que todo se acomodaba con la llegada de una sección en la que los tres músicos encontraban un camino practicable: con unos rasgueos duros de la guitarra y una correspondencia de la percusión armaron una pseudo rítmica. A partir de ese momento, y aunque obviamente abandonaron esa parte, siguieron trabajando en la búsqueda de nuevos momentos de "estabilidad". A veces lo lograban, otras lo intentaban. Pero cuando lo conseguían, casi siempre lo hacían de un modo parecido al de la sección mencionada. Y con tenacidad, mucha tenacidad. En el conciso bis, por ejemplo, entraron y salieron en la misma posición. Probablemente vieron o sintieron que centrándose en unas pocas cosas les iba a ir mejor. Tal vez todo consistía, la otra noche, en encontrar un cauce y aprovecharlo. Pero, ¿cómo saberlo de antemano?

Ya que el concierto era de la serie "Duot invita", me parece importante señalar una cosa de ellos, y es su generosidad. Más allá de si son o no buenos músicos, una cosa que vengo observando en ellos, sobre todo cuando invitan a alguien a unírseles, es su gran generosidad y un espíritu abierto que no son nada comunes. Me refiero a que se amoldan a todas las circunstancias, sena las que sean, y el otro día fue una buena prueba de ello. Y que conste que los los he visto tocar con músicos de lo más distinto. Creo que otros ni siquiera lo intentarían, pero ellos, su Duot, ese proyecto que nunca estará acabado porque siempre está en vías de hacerse, se enriquece con experiencias como la del otro día. Lo bueno o malo son nociones secundarias. Irrelevantes, diría. Prats y Cirera son de esa clase de gente (músicos) que prefieren la experiencia al resultado. O al menos así es dentro de su Duot. Y estoy con ellos.

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