De entrada, denle al reproductor y que suene "Siberian Khatru"
Observen las imágenes, del ilustrador Roger Dean (1ª y 4ª) y de la película Avatar (2ª y 3ª)
Lean.
2010 ha sido el año, crematísticamente hablando, de la película Avatar, el nuevo camelo de James Cameron, que no levanta cabeza desde... ya ni me acuerdo. Porque hubo un tiempo en el que un servidor, cuando se estrenaba un film del canadiense, iba a verlo. Me gusta Piraña 2: los vampiros del mar, porque aunque no iguala la obra maestra de Joe Dante (Piraña) es una pirada sensacional (bien se podría llamar Pirada 2). Me gustan, obvia y solamente, los dos primeros Terminator. Al final transigí con Aliens. Y además está la que para mi es su mejor película, The Abyss. Después de eso, uno empezó a notar que, además de la pasta, Mr. Cameron trataba de tomarle el pelo. Ahí está Mentiras arriesgadas, que no es más que un aparatoso gadget surgido de entre el humo (humo que en el futuro tratará de vendernos el cineasta). Y a partir de entonces, Titanic y cía, mejor ni hablar.
El pasado día de Navidad, los programadores del + tuvieron la genial idea de pasarles a los españoles abonados al canal el film en cuestión, Avatar. En el tp del canal, que es el diario EL PAÍS (con tilde), el plumilla de turno decía
"Avatar es un espectáculo visual apabullante, que deja noqueado desde el primer minuto. Dicho esto, también habrá que mencionar que su entramado narrativo es de una insultante banalidad: un relato de amor interracial envuelto en una apología ecologista. James Cameron está lejos de haber reinventado el cine: ha revolucionado su envoltorio, éste sí, fascinante y arrollador. Así, Avatar puede y debe disfrutarse como un excitante juguete, pero los nombres de los maestros del cine son otros."
Recuerdo que durante muchas de las primeras semanas de este año tenía que morderme la lengua para no ponerme a teclear unas cuantas líneas sobre Avatar cuando leía puntualmente cada viernes, sin fallar uno solo, cómo aumentaba su fabulosa recaudación. Finalmente, y a pesar de tenerme hasta los mismísimos, resistí y no lo hice. De hecho, tampoco esto que estoy haciendo ahora tiene que ver con aquel impulso, y si siguen leyendo verán por qué.
Volvamos a la pequeña reseña de más arriba, no sin antes decir que fuí al cine a ver Avatar, con mi hijo (al que, por cierto, no le gustó, lo que no deja de tener su mérito). Así que no crean que hablo sin haberla visto (aunque es algo que a veces hago, en este caso, no). Veamos: empieza diciendo que te deja "noqueado", lo que es cierto y explica el sopor cefáleo en el que te encuentras a la media hora de película. Dice, también, que "su entramado (más bien una raya) narrativo (ahora cualquier cosa es "narrativa", incluyendo la manera de vender a los políticos) es de una insultante banalidad (ésta siempre lo es insultante, y más cuando has pagado una entrada)". Respecto al "amor interracial", uno se pregunta al finalizar el film si no es mejor que nos quedemos aquí (en la Tierra) y no nos andemos apareando por ahí con cualquiera, ni para que no nos estropeen más ni para no estropearlos nosotros a ellos. Y en cuanto a la "apología ecologista", no lo comentaré porque se comenta solo. Lo que sí querría señalarle al escritor de la nota es que en lugar de apología podía haber puesto "parábola", y así el concepto se hubiera comentado mejor a sí mismo.
Obviaremos su dimensión metatemática, que si la realidad virtual, el videojuego, el reflejo del mundo, los avatares... porque nos trae sin cuidado.
Pero, vayamos a lo que nos interesa aquí, que es lo del "envoltorio". Es decir, celofán. Algo que entra por los ojos y es muy superficial. La única cosa que me hizo estar despierto durante la proyección fue el ver -morbosamente- cómo se había ambientado el planeta, del que ya no recuerdo ni el nombre. Con una vegetación fabulosa. Lianas que son cordones umbilicales del planeta (o con el planeta, no estoy seguro). Cascadas imposibles. Bosques verticales. Islas que flotan. Etc. Etc. Etc. Todo recordaba, indisimuladamente, también hay que decirlo, a aquel ilustrador inglés de los años 70 que se llamaba Roger Dean, al que muchos conocerán -yo mismo- por su trabajo para portadas de grupos como Yes u Osibisa. Especialmente las de Yes. Recordemos, Fragile, Close to the Edge, Tales from Topographic Oceans y Yessongs, que eran demenciales. Se trata de imágenes que siempre he aborrecido, quitando unos meses de mi vida entre los 13 años y pico y los 14 años y pico. Después, el horror.
No es una cosa que me haya preocupado nunca, pero a raíz de ver Avatar volvieron a mi mente aquellas imágenes y me pregunté qué ocurría con ellas. Pensé que era como la degeneración de la psicodelia inicial pero llevada hasta unos límites de perfección asombrosos. Un decadencia surgida del ansia de embellecerlo todo a cualquier precio, del aislamiento ilusorio, de un estado narcotizado, de una forma de entender el arte como algo servil y autorecurrente.
De hecho, un poco lo mismo pasa con la música de Yes, que pasaron de ser una banda de psicodelia inglesa que no estaba nada mal a empezar a cimentar lo que se denomina "rock progresivo" o también "rock sinfónico". Durante esa transición, que acabó por llevarles al delirio absoluto, produjeron algunas cosas que aún valían la pena en discos como The Yes Album, Fragile y Close to the Edge. Este último, que fue el quinto de su carrera, es un disco de fricción total, en el que conviven algunas de esas cosas que valen la pena, y que provienen de una progresiva sofisticación y elaboración de la psicodelia, con una autoindulgencia y una pretenciosidad que rayaban en el desmán. "Siberian Khatru", que pertenece a este disco, es un buen ejemplo de esto, y a pesar de todo un buen tema. Si obviamos al merluzo del cantante, Jon Anderson, y al pelmazo de Rick Wakeman, que con el Hammond de acompañamiento hace cosas con un gancho tremendo, pero cuando se lía con el Moog modular y, sobre todo, con el clavinet, hay para matarlo; como decía, si obviamos a este par, lo que nos queda, e invito a que lo comprueben en este tema, es una sección de ritmo psicodélica de primer orden: la que forman Steve Howe, Chris Squire y Bill Bruford (que tras este disco se marcharía a King Crimson, ver entrada anterior).
Me sigue pareciendo alucinante como se entienden entre ellos. Hay otro fragmento de este disco, "The Solid Time of Change", que es la primera parte del largo "Close to the Edge", donde también se puede apreciar esto. El brío y feeling de la guitarra de Howe, porque a pesar de ser muy técnico aún conserva una inmediatez y un calor típicos del rock. O la manera de detener el tempo, o bien de sobrecargarlo, que tiene Squire, un bajista extrañísimo, elusivo, que realiza constantes escapadas del tronco y el ritmo de la canción, como anillos o discos voladores que terminan volviendo a la posición inicial. Y, claro, Bruford, inmenso, uno de los percusionistas que desde dentro del rock mostró más inteligencia y creatividad: polirrítmico, golpes inesperados de toda clase, pero sin perder nunca el drive del tema.
A pesar de todo esto, uno siente que el tema -o el disco entero- podría estar mucho mejor. Que quizá por el camino se liaron de algún modo. Que perdieron la posibilidad de hacer algo más ajustado por estar demasiado pendientes de su ego o de sus tribulaciones mentales, algo que por otra parte podríamos hacer extensivo a un sinfín de grupos de la misma época y estilo. Ese estar metidos en un bucle cerrado del que ni querían ni podían salir. Todo esto nos lleva a concluir que esa pulsión que lleva hacia delante puede convertirse en una inercia cuyo movimiento lo emborrone todo (o, ya que estamos en época de comidas y sobremesas, que derrame varias copas de vino sobre el mantel con el consiguiente estropicio).
Por el contrario, entiendo la psicodelia, esto es, las imágenes e ideas producidas por cualquier tipo de estado alterado de la conciencia, de un modo más sencillo en apariencia pero mucho más sugestivo en el fondo. Les invito a ver, tomenlo como un regalo navideño, el mediometraje canadiense Images du monde visionnaire que realizaron Henri Michaux y Eric Duvivier en 1964.
Images du monde visionnaire en UbuWeb (la calidad de la imagen no es muy buena, así que sugerimos que no activen la pantalla completa porque se resiente mucho la definición; además, en algún momento aparece algún cuadro de función a toda pantalla que se debió colar mientras se subía el vídeo; pero, con todo, sigue mereciendo la pena ya que es un documento único)
Por mi parte, sólo me queda despedirme de ustedes con este vaso de escocés que sostengo en la mano. Salud.
Antes de que se nos vaya el 2010, un último Guitarrowing. Esta vez dedicado a un guitarrista singular como pocos, Robert Fripp. En los años 70 puso en marcha una banda, King Crimson, que fue mucho más que un mero grupo de rock (progresivo). Fue un proyecto de exploración de los límites del rock, desde los más remotos hasta aquellos que de tan cercanos pasaban desapercibidos, con la virtud o la peculiaridad de nunca -o en contadas ocasiones- salirse de él.
Hemos elegido un tema de la segunda etapa de la banda, la que se inicia con el disco Larks' Tongues in Aspic (1973) y se cierra con Red (1974). Y del primero de ellos proviene este "Easy Money", un disco perfecto en el que estuvo acompañado por John Wetton, cantante y bajista, David Cross, al violín y teclados, Bill Bruford en la batería, y ese mago de la percusión que era Jamie Muir. Una pieza sencilla -un blues, pero hard boiled- en la que vuelve a apreciarse la pericia de Fripp a la hora de emplear cualquier técnica o recurso guitarrístico.
Lo que nos interesa aquí es el sobresaliente solo que realiza. Un solo difícil de calificar. Aparentemente simple, pero de una sensatez inusual. Una línea sencilla de la que consigue extraer un montón de matices y situaciones. Diría que de tan lógico resulta esotérico. Nuestro amigo Rafa seguramente nos iluminaría con alguna idea al respecto, así que espero algún comentario suyo.
Debido a la triste marcha de las cosas, hoy no habrá pavo, pato, pollo, ternera o cerdo sino que nos comeremos al gato; que como decía mi abuelo, saben a conejo.
Una versión de la composición «4' 33"» de John Cage realizada por el equipo de administración del Overlook de camino a casa para aprovechar sus días de permiso. Felices fiestas.
Una actuación reciente -16 de noviembre de 2010- del trío de Eddie Prevost en el Network Theatre de Londres. Tom Chant, saxo tenor, John Edwards, contrabajo, y Eddie Prévost, batería.
Y ahora otra de Prévost, Edwards y Steve Beresford (piano), acompañando a Otomo Yoshihide (guitarra) en una versión de "Lonely Woman" de Ornette Coleman. Tuvo lugar dos años antes, el 25 de noviembre de 2008, en el Cafe Oto de Londres.
Don van Vliet, aka Captain Beefheart, 15 de enero de 1941, Glendale, sur de California - 17 de diciembre de 2010, Trinidad, norte de California. Tenía 69 años. Fue nuestro gran capitán en la juventud. Mejor que ningún otro, él nos indicó el camino a seguir. Su Magic Band: free y ruido injertados en blues de raíz. Nos ha dejado incontables perlas.
Reportaje de la televisión francesa filmado en Cannes en 1968. Contiene los temas "Electricity" y "Sure 'Nuff 'n Yes I Do", ambas de su primer LP, Safe as Milk, de 1967
"Ella Guru", "Hair Pie: Bake 1" y "Moonlight on Vermont", los tres temas que cerraban la primera de las cuatro caras (versión LP, desde luego) de esa extraña e incomparable obra maestra que es Trout Mask Replica, de 1969
un documento televisivo de una actuación de 1971 en Detroit, que no tiene mucha calidad pero que muestra muy bien el estilo excéntrico, espasmódico y estrambótico del Capitán y su banda
otra aparición en la TV, esta vez interpretando "I'm Gonna Booglarize You Baby", del disco The Spotlight Kid de 1972
"Owed T'Alex", de Shiny Beast (Bat Chain Puller), de 1978
e "Ink Mathematics", un tema de su último álbum, Ice Cream for Crow, de 1982
y justo después de este disco abandonaría la música para dedicarse al arte, que había sido su primera vocación.
Una previa. En el hotel adquirimos la prensa si no todos los días, casi. Y lo hacemos por la clientela, no porque queramos estar informados. Además, el trabajo no nos deja tiempo ni para leerla. Ocurre que, de vez en cuando, cada dos semanas, o cada lo que sea, tenemos unas horas libres que aprovechamos para ponernos al día.
Por eso decimos, Felipe, Semari, a lo vuestro (bonsais, coloquios), no volváis a dar por saco.
Una versión de "Dino's Song" de Quicksilver Messenger Service grabada durante su actuación en el festival de Monterey de 1967. Incomprensiblemente, este fragmento quedó fuera del montaje final de Monterey Pop, el extraordinario documental que D.A. Pennebaker realizó sobre este festival de tres días de duración, el primero de su clase. La formación era la canónica, con Cipollina (solista), Duncan (rítmica), Elmore (batería) y Freiberg (bajo y voz), más Jim Murray, un vocalista y rítmica que tuvieron al principio.
Este fin de semana me ha llegado un mail preocupante del amigo Baldo Martínez, contrabajista que ha estado metido en un montón de cosas interesantes que han pasado en los últimos 20 años en este país: Clunia, Zyklus, TríEZ, dúos con Carlo Actis Dato o Maite Dono, además de sus proyectos, el cuarteto acústico, el quinteto, el ensemble Proyecto Miño, etc.
Además de músico, Baldo era el director artístico de Imaxina Sons de Vigo desde su inicio en 2005, un festival que en tan sólo 6 ediciones él consiguió situar en el mundo y convertirlo en una referencia ineludible para una forma de entender el jazz. Bien, pues en dicho mail, Baldo Martínez nos hace saber que ha sido cesado por la Concejalía de Cultura y Animación Sociocultural del Ayuntamiento de Vigo, que organizaba el festival. Se trata de una noticia triste y débilmente argumentada, como veremos a continuación en un extracto de la comunicación que le fue enviada a Baldo:
“Nos vemos obligados a aportarle aires nuevos a todas las programaciones que se repiten año a año para no caer en la rutina y volver a sorprender a los públicos que año a año apoyan el festival y a los nuevos públicos que queremos que se acerquen al jazz en nuestra ciudad (...). (...) agradeciéndote una vez mas tu labor, te comunico que para la próxima edición de Imaxina Sons 2011 haremos una renovación de la dirección artística, siempre siguiendo el espíritu y trayectoria de Imaxina Sons”
Veamos, por un lado, se ven obligados (¿por quién?) a aportarle “aires nuevos” a la programación pero, al mismo tiempo, garantizan que seguirán el “espíritu” (hay que echarse a temblar cuando alguien sigue el espíritu de nada, así que mejor no tener muy en cuenta esto) y “trayectoria” (por lo que no acierto a comprender el por qué de la destitución). Pero, vamos a explicar porque nos parece un disparate el haber tomado tal decisión.
Estuve en el Imaxina Sons el año 2008, en que fui invitado a dar una charla sobre música layetana. Y, aunque sólo pude quedarme tres días, tuve suficiente para entender la importancia que ya empezaba a tener el festival y la meritoria labor de Baldo al frente de él. Además, pude comprobar la buena asistencia de público no sólo a los conciertos estelares, sino también a las propuestas más arriesgadas, que las había y muchas. Una asistencia, además, que año a año iba creciendo, como han reflejado todos los medios de comunicación.
Como esto es un blog, vamos a dejar la objetividad a un lado, y vamos a defender la labor hecha por Baldo, en el bien entendido de que lo subjetivo no está reñido con la verdad, bien al contrario, con frecuencia es el lugar donde ésta reside.
Uno de los secretos de la buena programación exhibida por el festival en todo este tiempo tiene que ver con la forma de ser del mismo Baldo. Es una persona abierta, que sabe mejor que nadie lo imprescindible que es acercar determinadas músicas a nuestro público, que tiene por tanto un alto grado de compromiso (en su mail dice que “el Jazz es muchísimo más de lo que normalmente ponen a nuestro alcance”), y, encima, todo ello lo encontramos dentro de una persona a la que calificaría básicamente como nada dogmática.
Y esta es una de las cosas importantes, puesto que Baldo supo elaborar un principio programador muy abierto –insisto–, dialogante, capaz de atraer la atención de un amplio sector del público sin tener que bajar ni un ápice el listón de la calidad. En algunos sectores se le criticó por ser demasiado “europeo” en sus planteamientos. Posiblemente, pero quienes le conocemos y sabemos lo que piensa, sabemos que detrás de sus decisiones no había ningún tipo de planteamiento chovinista, sino la firme convicción de que había que dar al público aquello que en otros certámenes se le escamoteaba. Esto, me parece a mí, es característico de un librepensador.
Por otra parte, es cierto que hay muchas personas que podrían dirigir una programación arriesgada, pero estoy seguro que muchas de ellas confeccionarían unos programas más elitistas y cerrados (lo que también es necesario, por descontado que sí). Baldo no lo veía así, y por ello siempre trató de hacer congeniar el riesgo con la búsqueda de sectores de audiencia cada vez mayores. Por eso cuesta de admitir las razones esgrimidas por el Ayuntamiento de Vigo, que al final es el último responsable, pues si en verdad quieren seguir la “trayectoria” y al mismo tiempo ganar “nuevo público”, difícilmente encontrarán a un programador mejor.
Por otro lado, en el fondo tampoco me ha extrañado tanto la noticia. Recuerdo que en 2008, cuando estuve allí, y a pesar de que Baldo nunca me contó nada de una forma directa, yo, que soy muy puñetero, ya me di cuenta de que las cosas no iban del todo bien (y eso que sólo llevaba cuatro años en el puesto). Es más, recuerdo que poco antes de esa edición de 2008 me decía por teléfono que se estaba planteando dimitir. Finalmente siguió unos años más, hasta ahora, pero en todo caso es un detalle que me permite ver que no ha debido ser nada fácil para él llegar hasta aquí. Lo que nos lleva a la constatación de otra triste realidad, y es que en este país, además de combatir envidias hay que saber lidiar con la Administración (en mayúsculas y en general).
Quizá cuando existía Imaxina Sons no le dábamos importancia, estaba ahí, pero ahora mismo ya se echa en falta, el festival y la personalidad de quien tan sabiamente lo ha dirigido estos años. Afortunadamente, seguiremos teniendo al Baldo músico.
En un encuentro que tuvimos hace un par de días (ver entrada anterior), Albert Cirera nos recordó que el día que grabamos su entrada para la serie MISP, también hicimos un breve clip de vídeo de él tocando la tenora, un instrumento tradicional catalán de doble caña perteneciente a las familia de las chirimías. No nos olvidamos, Albert, ahí va...
Como consecuencia de la serie MISP, los organizadores del ciclo "Músiques disperses" nos propusieron reunir a todos los saxofonistas de esta primera serie en un concierto a celebrar dentro del próximo ciclo, que anualmente se celebra entre los meses de enero y abril. Les dijimos que nos parecía una buena idea y que si querían podíamos hacer una prospección entre los músicos participantes, aunque algunos de ellos (Ferran, Agustí) ya nos habían comentado esa misma posibilidad.
Tras las respuestas afirmativas de todos ellos, decidimos quedar un día, que fue el pasado viernes, para elegir fecha y demás cosas relativas a la velada, como formaciones, etc. La fecha ya está, será el próximo domingo 20 de febrero en la sala Heliogàbal (calle Ramón y Cajal, 80) de Barcelona. La forma que adoptará el concierto no podemos desvelarla. Tan sólo diremos lo que uno de ellos (Albert) dijo al respecto: "sin anestesia". Hagamos memoria de quienes serán: Agustí Martínez, Albert Cirera, Tom Chant, El Pricto, Ferran Besalduch, Pep Pascual, Liba Villavecchia, Lluís Vallès y Xavier Díaz Herrera.
A continuación una foto de grupo y otras por parejas del encuentro del viernes, obviamente en un bar. Falta El Pricto, que llegó tarde y por eso no aparece en las fotos, aunque sí estará en el concierto (esperemos que a tiempo).
Casi que podría ser un proto ejemplo del anterior guitarrowing de Earth, en algún aspecto al menos. En su ámbito limitado, este tema, "Calvary", así como otros del mismo disco ("Maiden of the Cancer Moon", "Where You Love", "Which Do You Love"), muestran la ambición de hacer una música total desde los presupuestos del rock y bajo el influjo de experimentaciones diversas (acústicas, psicodélicas).
Es difícil, y no lo es, elegir un disco y una formación de Quicksilver Messenger Service. Es difícil porque todos sus primeros discos eran buenos. Y no lo es porque, sin dudarlo, Happy Trails es el más emblemático y rotundo de cuantos hicieron. Respecto a su formación, hay que decir lo mismo. Pasaron por sus filas estupendos músicos de un modo más o menos estable, como Nicky Hopkins o Dino Valenti, pero el cuarteto que formaban John Cipollina, Gary Duncan (guitarras), David Freiberg (bajo) y Greg Elmore (batería), fue el más equilibrado y completo. Tal vez porque los 4 eran Virgo.
El guitarrista solista, Cipollina, desarrolló un estilo inconfundible, como su colega de Grateful Dead, Jerry Garcia. Ambos tenían muy buenas maneras como improvisadores, aunque estilísticamente fueran muy distintos. Mucho más barroco y torrencial Garcia, más directo y conciso Cipollina. Una de las cosas más características del sonido de Cipollina era el uso del vibrato, que distribuía por cualquier línea solista, integrándolo a la perfección en cualquier contetxo musical y logrando que nunca pareciera un mero ornamento. Lo dotó de lógica. Y no se puede hablar de Cipollina y de Quicksilver sin mencionar al otro guitarrista, Gary Duncan, que suministraba el perfecto complemento rítmico a la guitarra solista, y con frecuencia también hacía de solista o de doble solista, además de componer ("Calvary", precisamente, es de él).
En la música de Quicksilver, como en la de las otras grandes bandas de Frisco (Grateful Dead, Jefferson Airplane, Moby Grape...), podía oírse una parte de la historia de la música pop norteamericana; y esto era así porque sus miembros pertenecían a una generación que había crecido escuchando la radio en su edad de oro y siendo testigos directos de los importantes cambios, evoluciones y deslizamientos que se producían sin cesar en la música de los años 50.
Quicksilver + familias (detrás, Freiberg, Duncan y Elmore; en primer término, Cipollina)
A principios de los 90, el disco Earth 2 (Sub Pop, 1993), de la banda de Seattle Earth, fue un revulsivo que agitó las conciencias de un montón de jóvenes o futuros rockeros que a partir de ese momento comenzarían a concebir el rock de otro modo. Entre todos ellos, sus mejores seguidores han sido, sin duda alguna, sunn o))).
En sus incios en los 80, por el proyecto de Earth pasó mucha gente de la escena de Seattle, grunge y demás. Pero, el concepto definitivo se lo daría el guitarrista Dylan Carlson. Un guitarrista excéntrico y elegante, y con mucha más enjundia de lo que pueda parecer a primera vista. De la descomposición metálica de sus inicios, la idea Earth fue evolucionando hasta encontrar y desarrollar una forma muy especial de rock americano. La lentitud -siempre amenazadora en ellos- sigue siendo su marchamo referencial.
"Engine of Ruin", del disco de Earth The Bees Made Honey in the Lion's Skull (Southern Lord, 2008). En este tema, junto al gran Dylan Carlson (guitarra eléctrica y amplificador) están Steve Moore (piano eléctrico Wurlitzer), Don McGreevy (bajo eléctrico) y Adrienne Davies (batería), además de acompañarles un colaborador de lujo, Bill Frisell (guitarra eléctrica y amplificador). Slow rock para explorar los densos y misteriosos bosques del noroeste de los EE.UU.
Fotos de Wahtum Lake (Oregon) de Matthew S. Cain, con licencia Creative Commons