Hace unos días falleció el baterista y compositor Pete La Roca. Fue un tipo peculiar y con una extraña carrera. Apareció en la segunda mitad de la década de los 50 y rápidamente se convirtió en un batería muy solicitado por su toque imaginativo y terso, haciéndose una voz personal dentro de una generación de bateristas igualmente personales que explotaría ya en los 60.
Pero, todo y ser un instrumentista exquisito que grabó con Sonny Rollins, Jackie McLean, Booker Little, George Russell, Joe Henderson, Johnny Coles, Freddie Hubbard o Sonny Clark, y que además actuaría en diferentes momentos con grupos de Tony Scott, John Coltrane, Art Farmer, McCoy Tyner o Charles Lloyd, su verdadera leyenda se debe a dos únicos LP que grabó en esos años, Basra (Blue Note, 1965) y un disco que tiene dos nombres y varias portadas: se publicó primero como Turkish Women at the Bath (Douglas, 1967), y al año siguiente sería reeditado como Bliss! (Muse, 1968), y encima a nombre de Chick Corea, lo que es del todo falso, pues todas las composiciones y el estilo de las mismas es clarísimamente de La Roca. Supongo que se hizo porque en aquel año de 1968 Corea ya estaba en pleno despegue, y la segunda discográfica debió pensar que era más inteligente editarlo a su nombre. Yo, encima, tengo una edición en vinilo alemana de 1973 y del sello Happy Bird, con otra portada y con el título sin el signo de admiración, Bliss.
Normalmente siempre se destaca Basra por encima de este Bliss (o como quiera que se llame). Hace tiempo que no oigo Basra, y al tener Bliss en vinilo y no disponer de tocadiscos, también hace tiempo que no escucho Bliss, pero creo recordar que siempre me había gustado un poco más este segundo.
He encontrado un par de cortes en YouTube, el fabuloso tema homónimo, arriba, con ese piano tan tenso y amenazador que sirve de fondo, y aquí debajo "Dancing Girls", un tema más movido y lleno de fuego, e igualmente con una característica figura pianística por debajo, como un extraño e inesperado -en ese contexto- patrón minimalista.
Además de La Roca y Corea al piano, el cuarteto lo completaban el contrabajista Walter Booker y el genial saxo tenor de John Gilmore, en una de sus raras colaboraciones fuera de la Arkestra de Sun Ra.
Poco después de grabar Bliss, La Roca se retiró para dedicarse a la abogacía. Volvió a las baquetas a finales de los 70, e incluso llegó a grabar algún disco más, pero ya no era lo mismo.
Recordémosle como se merece.
Con el concierto de ayer, celebrado para conmemorar el día de Santa Cecilia, patrona de los músicos, concluía la 10ª edición de los "Concerts d'orgue a Santa Maria de Gràcia", que con tanto esfuerzo y tesón organiza y coordina Amaia Goñi, la organista titular de la parroquia. Una nueva ocasión para disfrutar de este órgano De Graaf al que no nos cansaremos de loar. El elegido ayer para estar frente a los teclados fue Ignacio Echevarrieta, organista vasco pero residente en Barcelona (es organista del Oratorio de Santa Maria de Bonaigua y de Sant Josep Oriol, ambos templos en la ciudad condal).
A diferencia de los dos conciertos anteriores, que cada uno a su manera habían propuesto un amplio abanico estilístico (el primero, muy subjetivo y buscando el contraste expresivo; el segundo, ponderado y estableciendo un recorrido histórico), el de ayer estuvo centrado en la música antigua para órgano y, sobre todo, en piezas del barroco alemán (el más profundo e íntimo, pero también el más elocuente), a las que se añadió un tiento del "Pange Lingua" de Joan Cabanilles, un anónimo del siglo XVII perteneciente al Manuscrito Camphuysen, y un bis fuera de programa que no reconocí.
El programa anotado que proponía Echevarrieta venía enmarcado entre dos 'cumbres' del órgano: Dietrich Buxtehude (1637-1707) y Johann Sebastian Bach (1685-1750). Exceptuando al propio Buxtehude, enclavado en el primer barroco, y la "Pavana Lachrimae" de Jan Pieterszoon Sweelink (1562-1621), que aunque holandés fue un músico importante en la eclosión del barroco alemán, todas las obras eran del período tardío, con nombres como, además de Bach, Johann Pachelbel (1653-1706), Johann Nicolaus Hanff (1665-1711/12), Johann Speth (1664-c. 1719) y Georg Böhm (1661-1733). Podríamos decir que el conjunto fue como una inmersión en uno de los momentos más fecundos de la historia de la música.
Abrir un concierto -o cualquier otra cosa- con Buxtehude es suficiente para dar la clave en la que se van a desarrollar las cosas. Su música, sutil y recogida, hizo que la velada empezará muy alto con la "Toccata en Fa Mayor". Con Buxtehude nos encontramos aún con un órgano primitivo, "limitado" si se me permite decirlo, y no obstante esto es un deleite apreciar el partido que este compositor supo extraer del instrumento.
Ya hemos dicho en anteriores ocasiones que Bach (que siempre fue un gran admirador de Buxtehude, por cierto) fue quién proyectó el órgano más allá de las fronteras físicas que en aquel momento lo aprisionaban. En este sentido, uno de los aciertos del programa seleccionado por Echevarrieta fue precisamente el estar concentrado en ese período determinado, lo que nos permitió contrastar ese relieve e importancia que tiene Bach. Sus dos piezas con las que concluyó el concierto, la breve "An Wasserflüssen Babylon" y la más larga "Passacaglia en do menor", sirvieron de forma excelente para ver aquello que es característico de su música orgánica: el empleo mucho más dinámico del teclado de pedal, la rica combinación de juegos, el equilibrio cromático.
El resto de piezas situadas entre estos dos puntales terminaron de dar una imagen por más que sintética bastante aproximada del barroco aleman, mostrando la variedad estilística y temática del período tratado. Destacaría las piezas de Pachelbel, "Von Himmel Hoch", y Böhm, "Vater unser in Himmelreich", aunque insisto en la completa organicidad del programa propuesto.
Sólo nos queda felicitar a Echevarrieta por su oportuna revisión del órgano barroco alemán, que además fue muy pertinente dada la fecha, Santa Cecilia, pues nos sugería una vuelta a los orígenes. Y felicitar también a Amaia Goñi por hacer posible este miniciclo de conciertos anuales.
Hasta el año próximo.
El organista Ignacio Echevarrieta con Amaia Goñi haciendo de asistente.
Reseña del concierto que ofreció Lucian Ban con su gran octeto (Ralph Alessi, Tony Malaby, Albrecht Maurer, Mat Maneri, Mark Helias, Gerald Cleaver y Badal Roy) en el Festival de Jazz de Barcelona presentando su proyecto sobre la música del compositor George Enescu, en Tomajazz.
Se ha hecho esperar, pero ya está disponible la quinta entrega de la historia de Suck Electrònic que Juanjo S. viene publicando en la web sense nom. Esta vez, con una cosa muy especial, el famoso songbook que les hizo el dibujante y diseñador Manel Rubiales en 1978 (una publicación que se ha convertido en una verdadera pieza de coleccionsimo).
"Important in Your Life", del primer disco de la segunda formación de Jonathan Richman & the Modern Lovers, cuando Jonathan Richman es más lunático, caprichoso e imprevisible. Un inesperado y genial giro respecto a los primeros y más eléctricos Modern Lovers. Idóneos para domingos (lluviosos y soleados.)
En las notas de la reedición en cd de este primer disco que abría su nueva etapa, Richman explica uno de los motivos de ese cambio de rumbo respecto a los Modern Lovers originales, y por qué fueron en esa dirección.
"When I was still with Ernie (Brooks), David (Robinson) and Jerry (Harrison), I had some time off while we were waiting to record. I called up hospitals because I wanted to do something. I entertained those retarded 'children' -they were aged eight to sixty- and I realised they understood me far better that the so-called unretarded people. If they liked you, you knew they liked you. And I realised that I wanted to get away from the direction my music was headed."
Entretenimiento y alivio juntos. Rock'n'roll paliativo y sanador, pues, y también, rock'n'roll como música sencillamente popular. En él podemos ver que antes que un negocio y un tinglado, antes también de ser un formato y una estética que permite toda clase de evoluciones, era una tradición, una simple y llana tradición popular.
Antes de irnos, "Abominable Snowman in the Market".
'Cara a cara' en una cadena privada de TV entre los dos candidatos de los partidos con menor representación en el Parlament de Catalunya de la actual legislatura, Alfons López Tena de Solidaritat Catalana y Albert Rivera de Ciutadans.
Un diálogo de besugos on top.
Lo peor no es que se interrumpieran y se interpelaran constantemente, lo que es necesario -hasta cierto punto- en los debates, sino que se apreciaba claramente que no tenían ganas de oírse el uno al otro (serían malos improvisadores).
Incluso huían de aquellos temas importantes en los que ambos han mantenido a veces una postura coincidente, como la denuncia de la corrupción.
Como diría mi abuela, con este par 'vamos apañaos' también.
Miting de tarde del candidato del PSC, Pere Navarro. Esta mañana el lamentable suicidio de una mujer en Barakaldo a la que iban a desahuciar.
Navarro dice que ayer por la tarde acordó con Pérez Rubalcaba que pedirían a las entidades bancarias que detengan los desahucios. Qué casualidad, ¿no?
Yo no me locreo, pero nunca lo sabremos, ¿verdad, Pere?
Inicio de camapaña para las elecciones al Parlament de Catalunya. Tras el miting de apertura de CiU, Oriol Pujol es entrevistado en la televisión. Dice algo así como -no recuerdo las palabras exactas- que Catalunya tiene algunas diferencias y ventajas con respecto a otros países del sur de Europa.
Pienso, 'pero qué huevos tiene', si él, un tipo mediocre, políticamente nulo, es la viva muestra de todo lo contrario, de que somos un país meridional sin faltarnos nada para ello. De otro modo, ¿dónde estaría él de no ser su padre quien es?
Kubic's Monk (ACT Music, 2012), apreciable acercamiento a Monk del trío del saxofonista francés Pierrick Pédron (convertido en cuarteto en tres temas).
Laurent de Wilde dice de él en las notas de la carpeta: "es un verdadero disco de jazz: a la antigua, pero de hoy."
Y en cierto modo tiene razón. Salvando las distancias, pero te deja un poso parecido al de los Root 70 de Nils Wogram: reflexiones del pasado en el presente.
El grupo lo forman: Pierrick Pédron, saxo alto; Thomas Bramerie, contrabajo; Franck Agulhon, batería; y cuando son cuarteto, se añade Ambrose Akinmusire, trompeta.
Dos ejemplos del disco: two kinds of Monk. La frágil "Ugly Beauty", en trío, y la movida "Who Knows", en cuarteto.
A veces hacemos para Cuadernos de Jazz un artículo del subgénero de 'cine y música'. Normalmente, otro colaborador se encarga del comentario sobre la película (esta vez es Alejandro Cifuentes), mientras que yo lo hago de la banda sonora (el apartado que se llama "una escucha"). El film esta vez es American Splendor, basado en unos cómics autobiográficos de Harvey Pekar, y tiene muy buena música. Aquí va el enlace y un tema de Paniots Nine, ese disco de Joe Maneri que le gustaba tanto a Pekar y que es fuente permanente de regocijo. El tema es "After Myself" y está basado en una danza griega (el kalamentiano).
La palabra interesante la solemos utilizar en exceso y con poca propiedad. Diría que sobre todo por pereza, por hacer un apaño rápido cuando hay que hacer o explicar algo para lo que no se cuenta con demasiado tiempo o, simplemente, cuando no se tienen ganas de explayarse demasiado y dejar fluir el ingenio. De tal modo, hemos acabado las más de las veces por desvirtuar su significado, su etimología (y que conste que me incluyo.) De entrada, no hay cosas interesantes per se, sino que el "interés" irá siempre en función de que se despierte en alguien o no.
El pasado jueves asistí a la habitual sesión que el Duot (Albert Cirera y Ramon Prats) realiza semanalmente en 23 Robadors. Esta vez les tocaba -como también es habitual una vez al mes- invitar a un músico para improvisar todos juntos. El invitado era Ferran Fages. No pensaba hacer ninguna crítica ni reseña (está bien descansar e ir a ver las cosas sin pensar, "tengo que escribir tal o cual cosa"). Y, de hecho, esto que viene a continuación tampoco va a serlo. Pero, al acabar el concierto, cuando regresaba a casa en el metro, estuve hablando con un amigo de algunas cosas que nos parecía habían pasado. Al llegar a casa las apunté rápidamente y creo que tienen un poco de interés (no mucho, tampoco.) Ahí van.
De entrada, quiero decir que la sesión de Duot + Ferran Fages no la calificaría ni de buena ni de mala, pero sí de interesante. Y voy a explicar por qué, mientras aprovecho para, por una vez, intentar hacer un buen uso de "interesante".
Una de las cosas que me motivó a bajar la otra tarde hasta el centro para ver la sesión de Duot fue la dispar combinación que se presentaba: el Duot son un dúo de free jazz total y aventurado, y Ferran Fages practica una improvisación electroacústica muy basada en el sonido. Lo que me atraía era ver hasta que punto podían ser coincidentes ambos territorios. Cómo podían interaccionar dos lenguajes (¿o mejor decir 'formas de hablar'?) que, en principio, están algo alejados entre sí o que, en todo caso, tienen una zona de intersección más bien reducida (al menos a priori; siempre a priori.)
Cuando áreas de trabajo quedan lejanas, como era el caso, el esfuerzo que habrá que hacer para confluir será más grande. Pero no hay otro remedio que hacerlo. A mí me fascina ver esta clase de esfuerzos y el trabajo que comportan. Personalmente siempre me han gustado esos documentales que ponen su atención en el trabajo de la gente, como la escuela documental británica. Ahí importa tanto la clase de actividad de la que se trate, explicándola lo mejor posible, como la manera en que los hombres y mujeres se aplican a ella. Por lo que a mí respecta, es un placer verlos.
Un poco con este espíritu me dirigí la otra noche a 23 Robadors, pensando en valorar el simple esfuerzo como espectador y sabiendo de antemano que iba a ser un trance dificultoso (o complicado) para todos.
La larga improvisación (que completaron con un breve bis) tuvo varios momentos. Era de esperar que los dos miembros de Duot estuvieran en sintonía desde el mismo inicio, aunque me pareció que en esos primeros minutos se mantuvieron un poco a la expectativa. Ferran Fages entró en un período dilatado de probaturas diversas, buscando su espacio, su lugar. Tras una larga primera parte muy especulativa, pareció que todo se acomodaba con la llegada de una sección en la que los tres músicos encontraban un camino practicable: con unos rasgueos duros de la guitarra y una correspondencia de la percusión armaron una pseudo rítmica. A partir de ese momento, y aunque obviamente abandonaron esa parte, siguieron trabajando en la búsqueda de nuevos momentos de "estabilidad". A veces lo lograban, otras lo intentaban. Pero cuando lo conseguían, casi siempre lo hacían de un modo parecido al de la sección mencionada. Y con tenacidad, mucha tenacidad. En el conciso bis, por ejemplo, entraron y salieron en la misma posición. Probablemente vieron o sintieron que centrándose en unas pocas cosas les iba a ir mejor. Tal vez todo consistía, la otra noche, en encontrar un cauce y aprovecharlo. Pero, ¿cómo saberlo de antemano?
Ya que el concierto era de la serie "Duot invita", me parece importante señalar una cosa de ellos, y es su generosidad. Más allá de si son o no buenos músicos, una cosa que vengo observando en ellos, sobre todo cuando invitan a alguien a unírseles, es su gran generosidad y un espíritu abierto que no son nada comunes. Me refiero a que se amoldan a todas las circunstancias, sena las que sean, y el otro día fue una buena prueba de ello. Y que conste que los los he visto tocar con músicos de lo más distinto. Creo que otros ni siquiera lo intentarían, pero ellos, su Duot, ese proyecto que nunca estará acabado porque siempre está en vías de hacerse, se enriquece con experiencias como la del otro día. Lo bueno o malo son nociones secundarias. Irrelevantes, diría. Prats y Cirera son de esa clase de gente (músicos) que prefieren la experiencia al resultado. O al menos así es dentro de su Duot. Y estoy con ellos.
Un regalo. Dulce y jugoso como un pastel de frutas. Delicioso.
Déjense mecer por la fragancia de esta corriente de notas cristalinas y refrescantes. Entrañable. Inspira emoción, ganas de vivir, y tiene su punto de nostalgia por la tierra sudafricana.
El mejor obsequio que se nos ocurre para un día como hoy (de verdad, ningún otro sería mejor).
"Sonia", tema de Mongezi Feza interpretado a piano solo por su camarada Chris McGregor en su disco In His Good Time (Ogun Records, 1979).
Ayer volví a ver la película Philadelphia (1993), de Jonathan Demme. Aquel dramón con Tom Hanks, Denzel Washington y Antonio Banderas, en el que Hanks interpreta a un abogado de un poderoso bufet de la ciudad de Filadelfia que es despedido por sus jefes cuando estos se enteran/sospechan que tiene SIDA.
La había visto varias veces, y no la tenía en gran consideración. Básicamente me parecía una película demasiado comercial. Ayer la volví a ver porque a mi hijo adolescente le apetecía verla. Y en este nuevo visionado, y observando como la veía mi hijo, me di cuenta de que estaba muy equivocado respecto de ella. Es una película para un publico amplio, con estrellas de Hollywood, sí, pero muy útil y necesaria. Expone con claridad una problemática, una injusticia y unos prejuicios, sin maniqueísmos ni moralinas, aunque haciéndolo de una manera llana, para que todo el mundo pueda entender el "mensaje", o si lo prefieren -yo lo prefiero- la reflexión que nos propone: esa invitación a mirarnos a nosotros mismos, examinar nuestra carga educativa y tratar de ser lo más valientes que podamos para deshacernos de muchas cosas que hemos adquirido y que no hacen que el mundo sea precisamente mejor.
Al final de la película, en la escena del funeral, suena una preciosa balada que Neil Young -uno de los grandes, pero de verdad- escribió para la película y que se llama simplemente "Philadelphia". Ni Bruce Springsteen, ni Peter Gabriel, ni las arias de ópera que suenan, ninguna otra música del film consigue condensar los dos vectores sobre los que se levanta la historia: por un lado, el toque de atención, por el otro, la tristeza -la película es muy triste al final- del melodrama.
Neil Young, para abrir un domingo cualquiera...
(Siento la putada de Goear, con esa odiosa publicidad inicial que te cuelan, pero es que no he encontrado el tema en ningún otro reproductor.)
En el 80% de los casos, los bonus que acompañan las reediciones de viejos discos son de lo más accesorio. Puro relleno, vamos
Preparándome para ver mañana un documental sobre la gestación de Graceland, el disco que Paul Simon grabó en Sudáfrica en los 80 y que tanta polémica levantó al saltarse el cantante el boicot contra el régimen apartheid, me he hecho con el cd. Va con tres cortes inéditos (2 demos y un outtake). Voy a poner la versión alternativa del tema "Diamonds on the soles of her shoes" que tiene la particularidad de que está interpretado sólo por las voces y la emotiva línea de bajo que dibuja Bakiti Kumalo. Yo, la verdad, hubiera puesto esta versión. La otra también es buena, ojo, pero está reúne dos características que juntas definen para mí lo sudaficano: una emoción muy vital + un punto de melancolía (o tristeza a secas, no lo sé todavía... ahondaré en ello).
Últimamente estamos muy 'sudafricanos', lo sabemos, pero es que nos tira mucho. Tal vez sea porque nos hemos hecho de los springboks, tal vez porque adoramos su música (tenemos en el horno una inminente entrada muy especial al respecto). Y ya les contaremos sobre el documental a su debido momento.
Fabuloso tema del segundo LP de Gal Costa (o tercero si se cuenta un disco anterior que hizo mano a mano con Caetano Veloso), publicado en 1969 y llamado simplemente Gal, aunque también conocido por el título del tema que abre el disco, Cinema Olympia, que también fue el más conocido. De todos modos, como dice Caetano, en 1969 ya no existía el "tropicalismo" (él y Gilberto Gil habían sido expulsados de Brasil por la dictadura militar después de haber pasado unos meses recluídos en su país).
Este disco tiene la virtud de sonar más psicodélico que los trabajos de esos años de Caetano, Gilberto, Os Mutantes o Tom Zé. Todo el programa son versiones de autores brasileños, básicamente de tropicalistas como los ya mencionados Caetano y Gilberto o Jose Carlos Capinam y Jards Macalé, pero también hay un par de temas de Jorge Ben y uno de Roberto Carlos.
Deberíamos aclarar que la "psicodelia" tropicalista no era una psicodelia al uso. Se enriqueció con los ritmos y las voces propios de Brasil, haciendo que su sonido fuera muy particular.
Este subidón tropicalista nos ha venido a raíz de haber visto el documental Tropicalia, de Manuel Machado, que recomendamos efusivamente a nuestros clientes. Ya hablaremos un poquito más de él dentro de unos días. De momento les dejamos con "The empty boat", escrita por Caetano e interpretada por Gal Costa y una potente banda detrás suyo.