Reseña en Tomajazz de la presentación de Mare Uut, tercer disco del cuarteto Kaulakau en colaboración esta vez con la Cobla Sant Jordi.
A la cámara, Joan Cortès.
En los créditos finales de The Big Chill (Reencuentro, 1983), la segunda película que dirigió Lawrence Kasdan, suena el tema "Joy to the world" interpretado por Three Dog Night.
Kasdan siempre me ha parecido que no ha tenido suerte. Tiene películas estupendas, como Fuego en el cuerpo, El turista accidental o Grand Canyon (esta última a pesar de sus imperfecciones). Pero la estulticia del Hollywood contemporáneo acabó con él. Al final se vio obligado a hacer comedias flojas, indignas de su categoría como guionista y realizador. O bien teniendo que adaptar un absurdo relato de Stephen King (hay algunos relatos de él que son una buena base, pero no es el caso del que le tocó a Kasdan: El cazador de sueños). En fin, una pena. The Big Chill (mucho mejor título que "reencuentro") fue tal vez la primera de las películas que se hizo sobre un grupo de amigos de los 60/70 que se vuelven a encontrar más tarde, más creciditos y un poco más conservadores (en algunos casos). Buenos diálogos y un buen grupo de actores, entonces muy jóvenes: Tom Berenger, Glenn Close, Jeff Goldblum, William Hurt, Kevin Kline, Mary Kay Place, Meg Tilly y JoBeth Williams.
Por su parte, Three Dog Night fueron el típico grupo vocal californiano de finales de los 60 y principios de los 70. Sin pretensiones. Despachaban temas comerciales o versiones igualmente comerciales, pero con dignidad (o eso me parece). El nombre de Three Dog Night tiene un significado curioso.
No eran tipos muy imaginativos, eso es cierto, pero al menos tenían buen gusto a la hora de seleccionar los temas: Nilsson, Randy Newman, la pareja artística formada por Elton John y Bernie Taupin, o como es el caso de "Joy to the World", Hoyt Axton (les diré a los que no lo sepan que Axton escribió la monumental "The Pusher", que seguro que todo el mundo conoce por la versión de Steppenwolf que aparecía en Easy Rider).
The big joy to the chill world...
Jeremiah was a bullfrog
Was a good friend of mine
I never understood a single word he said
But I helped him a-drink his wine
And he always had some mighty fine wine
Singin'...
Joy to the world
All the boys and girls now
Joy to the fishes in the deep blue sea
Joy to you and me
If I were the king of the world
Tell you what I'd do
I'd throw away the cars and the bars and the war
Make sweet love to you
Sing it now...
Joy to the world
All the boys and girls
Joy to the fishes in the deep blue sea
Joy to you and me
You know I love the ladies
Love to have my fun
I'm a high life flyer and a rainbow rider
A straight shootin' son-of-a-gun
I said a straight shootin' son-of-a-gun
Joy to the world
All the boys and girls
Joy to the fishes in the deep blue sea
Joy to you and me
Joy to the world
All the boys and girls
Joy to the fishes in the deep blue sea
Joy to you and me
Joy to the world
All the boys and girls
Joy to the world
Joy to you and me
Joy to the world
All the boys and girls now
Joy to the fishes in the deep blue sea
Joy to you and me
Hemos de dar otra triste noticia. Ha fallecido Víctor Ammann, el que fuera fundador y teclista de la Orquestra Mirasol. Hace unos meses lamentábamos la pérdida de Joan Saura. Bien, pues una vez me dijo Joan que conocer a Víctor cuando era joven fue una de las cosas mejores que le habían pasado como pianista (entonces aún era pianista) y como músico en general. Algo más tarde, cuando Joan fue a la mili, Víctor lo sustituyó en su grupo Blay Tritono, con los que grabaría el único disco que hicieron, Clot 20 (1976).
Nacho Quixano, Pedrito Díaz, Ricard Roda, Salvador Font, Víctor Ammann
y Xavier Batllès. La Orquestra Mirasol, en la puerta de la sala Zeleste. Barcelona, noviembre de 1973. (Foto: Archivo personal de Xavier Batllès)
Víctor Ammann y Xavier Batllès formaron uno de los tándems musicales (compositores y arreglistas) más creativos y geniales que ha habido por estos lares. No insistiremos, pues ya se ha dicho muchas veces, pero la fundación de la Orquestra Mirasol en el año 1973 fue uno de los hitos de la escena barcelonesa, sin ellos no hubiera existido la música layetana. Pero, justo antes de eso, ambos prepararon el terreno como acompañantes, junto al batería Juan Soriano, de Ovidi Montllor. Dejaron un sorprendente (y muy recomendable) disco grabado, Crònica d'un temps (1973), el segundo largo del cantante de Alcoy. Ahí ya se detectan un montón de elementos que unas semanas después se concretarán en la Mirasol. Junto a piezas típicas de Ovidi encontramos un jazz rock nocturno, onírico, y ese piano eléctrico flotante (inconfundible para mí el toque de Ammann).
Recordemos a Víctor Ammann a través de dos composiciones suyas. En primer lugar, el tema "Als pares, amb tota la impotència", del mencionado disco de Montllor. Letra del cantante y música de Ammann. En segundo lugar, un tema de Ammann procedente del segundo disco de la Mirasol, D'oca a oca i tira que et toca (1975), y que lleva el curioso título de "No vull ésser músic. Perquè tinc malalts el cap i el cor".
Personal en "Als pares, amb tota la impotència": Víctor Ammann: pianos Fender Rhodes y Steinway; Juan Soriano: batería; Ernest Xancó: cello; Xavier Batllès: bajo Fender y contrabajo; Joan Albert Sibis: saxo tenor; Paul St. Maur Stocker: saxo alto; Kaito Solís: trombón.
Personal en "No vull ésser músic...": Ricard Roda: saxos alto y soprano; Dave Pybus: saxos alto y soprano y clarinete; Pedrito Díaz: maracas, cajas rumberas, conga y güiro; Santa Salas: agogó, congas y maraca; Víctor Ammann: Fender Rhodes; Xavier Batllès: bajo Fender, contrabajo y pitos; con la colaboración de Jaume Francesc, Joan Olivé, Adrià Sardó, Eladi Rodríguez, JA Bou, Pere Vázquez, Josep Casasús, Fructuós Ibáñez y Lluis Sedó.
Adéu, Víctor!
La foto y el pie de foto los he extraído del blog de Salvador Domínguez.
Voy a poner un tema que me emborracha sólo oírlo. "Magic Puma", una composición de Albert Cirera que interpreta con una fuerza tremenda Free Art Ensemble (FAE) y que está incluida en el primer disco (autoeditado) de la banda. Es un disco doble brutal para el que han contado con la colaboración del pianista Agustí Fernández (de hecho se llama Free Art Ensemble + Agustí Fernández).
¿Por qué "Magic Puma"? Me parece un tema bien representativo del ideario de esta formación, o al menos de sus intenciones.
Es un tema "clavado", o que recuerda mucho y en el mejor de los sentidos, a alguna de esas piezas de los 70 que despachaba gente como Art Ensemble of Chicago, o cualquier otra de la AACM o del Black Artists Group (estos de San Luis).
El tema dura unos 9 minutos.
Tiene una larga introducción.
Totalmente especulativa. Tortuosa a veces.
En ella exploran el silencio acotándolo en distintas secciones. Secciones abruptas, violentas a veces.
Gravedad,
(se mantienen imperturbables).
Vacío.
Vértigo.
Golpes sobrecogedores (como los golpes en la puerta de Macbeth).
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Antes del último acto, unos "clarines" parecen anunciar algo...
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En la recta final, los dos últimos minutos aproximadamente, entra una línea melódica muy alegre. De sabor africano... Me recuerda tanto a los sudafricanos McGregor, Dyani o Feza, y a su Brotherhood of Breath (¡escuchadlos, amigos de la FAE!). Tiene un aire cuando menos...
La melodía se abre. Los diversos sopladores la astillan.
Ahí hay un subidón de vitalidad, de ganas de vivir, hasta de bailar (casi casi).
Hasta que todo acaba y nos queda una sensación de bienestar, de felicidad.
FAE son: Julián Sánchez, Pol Padròs e Iván González (trompetas), Albert Cirera (saxo tenor), Oriol Fontclara (saxo alto), José Manuel Leal 'Tete' (saxo alto y flauta), Marc Cuevas y Alejandro 'Wassily' Granados (contrabajos), y Sergio Díaz e Ivo Sans (baterías), más Agustí Fernández (piano y conducciones).
Acaban de hacerse un wordpress donde han puesto temas, bios de los miembros, agenda (¡atención! el 27 de abril tocan en Terrassa y el 30 en el Jamboree) y hasta un texto que me pidieron que hiciera para ellos.
"El Club de Jazz", el programa radiofónico que realiza nuestro colega Carlos Pérez Cruz desde Pamplona, rinde homenaje en su última edición a Raúl Mao, editor de Cuadernos de Jazz fallecido el pasado viernes.
Carlos ha urdido un programa de sopetón, rápida, improvisadamente. Como se dejaba entrever en la entrada anterior que le dediqué, Raúl era una persona que se hacía querer. Tras ese porte serio, severo, que también se filtraba en su tono de voz, cuando uno lo conocía sabía que todo eso no era más que pura fachada. Raúl, en verdad, era muy afectuoso y atento, y siempre dispuesto a hacer un favor si estaba en su mano (aunque también tenía su punto de mala leche cuando la ocasión lo requería, no se crean).
Siendo así, Carlos no ha tenido mucho problema en reunir un grupo de gente que eramos amigos de él para recordarlo brevemente en su último programa. Como bien dice Carlos al principio, son todos los que están pero no están todos los que son. Podrían haber sido otros trece, eso es cierto, pues amigos no le faltaban. Entre los que han participado hay músicos, periodistas y, desde luego, su compañera María Antonia García.
Los músicos son Ramón López, Baldo Martínez, Carlos González 'Sir Charles' y Joachim Kühn; el fotógrafo José Horna; Miguel Martín, director del festival de jazz de San Sebastián; más los críticos y periodistas, todos colaboradores de Cuadernos, Enrique Turpin, Quinito López Mourelle, Alejandro Cifuentes, Chema García Martínez, Ferran Esteve, Yahvé M. de la Cavada y un servidor, además del propio Carlos que hace de anfitrión.
El conjunto de comentarios y declaraciones ha quedado como un mosaico, y en él encontramos desde el recuerdo puntual de una anécdota, a acercamientos a su manera de pensar, breves perfiles, y hasta alguna explicación general de cómo se planteaba el trabajo como editor. Muy ilustrativo todo.
Aparte de las palabras, Carlos nos pidió también a cada uno que eligiéramos un tema musical que, por la razón que fuera, asociáramos con Raúl, o simplemente porque supiéramos que a él le gustaba.
Os invito a escuchar el programa, porque además de los testimonios, que siempre son agradables de oír, ha quedado una selección musical espléndida y de lo más variada, siempre inspirada -por motivaciones distintas y de lo más diverso según quien haga la propuesta- en Raúl. Ahí va el listado, en verdad espectacular, de los músicos y formaciones que pueden oír en esta emisión: Branford Marsalis & Joey Calderazzo, Joachim Kühn-Majid Bekkas-Ramón López trío, Bill Evans, Triez (trío de Agustí Fernández, Baldo Martínez y Ramón López), Moacir Santos, Gil Evans, Joachim Kühn solo, Charlie Haden & Carla Bley, Iñaki Salvador & Jorge Pardo, Wadada Leo Smith, Franz Koglmann Pipetet, Charles Mingus, Gilad Atzmon & the Orient House Ensemble y Agustí Fernández solo. Como pueden ver, cosas de hoy y de ayer, cosas de aquí y de allí. De todos ellos se habló, y mucho, en las páginas de la revista.
Buen trabajo, Carlos.
Aquí tenéis el enlace: club de jazz. Fijaos que en el reproductor sea la emisión correspondiente al "12/02/2013 (1)", lo digo por si alguien entra pasados unos días y ya se han colgado emisiones posteriores.
Y aquí el obituario que ha escrito Chema García Martínez y que ayer publicó El País.
Ayer me fuí a dormir con una gran tristeza. Raúl Mao, el editor de Cuadernos de Jazz, mi editor, fallecía después de una larga enfermedad. Hacía días que temía esta noticia. Raúl estaba enfermo desde hace tiempo, pero hasta hace unas semanas aún mantenía puntualmente actualizada la web de Cuadernos. En los últimos días, en cambio, una alarmante quietud advertía de que su estado debía haber empeorado. Sabía, sabíamos, que era cuestión de tiempo. Pero, aún así, uno nunca termina de hacerse a la idea. Cuesta imaginar que ya no volverás a hablar con una persona con la que habías mantenido muchísimas conversaciones -especialmente telefónicas, pues él estaba en Madrid-, cuesta pensar que no volverás a recibir una llamada, un mail, un paquete de discos remitido por él. Que esa dirección de correo a la que tantas veces has dirigido misivas a partir de ahora quedará en silencio y no te responderá nunca más.
La verdad es que Raúl y yo nos vimos apenas 10 veces en los quince años que hace que nos conocíamos. Cuando alguna vez venía a Barcelona para montar una cena o una comida con la "conferencia este" de colaboradores. O bien en algún festival o certamen fuera de Barcelona o Madrid en el que habíamos coincidido. Me ha quedado pendiente hacerle esa visita en Madrid, en su feudo, que tanto le había prometido que haría.
No obstante las pocas veces que nos habíamos visto digamos en directo, nos unía (creo que a ambos) un gran afecto. Nunca olvidaré la primera vez que hable con él, que fue también la primera vez en que confió en mí. Sin conocerme de nada, tan sólo la referencia de un amigo común (Carlos Sampayo), me invito a subir en la nave de Cuadernos sin vacilar. Creo que él estaba más convencido que yo, que en aquel entonces nunca había escrito sobre música, de mis posibilidades (por pocas que fueran o que son).
También recuerdo la infinidad de veces que atendió mis llamadas con los más intempestivos requerimientos. Siempre con paciencia (paciencia de la que yo carezco), y con frecuencia considerando -como mínimo- lo que le decía. A veces eran cosas de enfoque, muy generales, otras eran detalles, más precisas. Mirándolo con perspectiva, creo que a veces le debía de decir tonterías pero, insisto, siempre me hizo sentir que le importaba lo que le decía.
Después de tantos años y tantas comunicaciones, no sólo de música o de la revista hablábamos. Estas cosas nos ocupaban la primera parte de las charlas únicamente. Después, entraban otros temas que compartíamos como amigos: aparte de cuestiones personales, también estaba la política (que como viejo militante a él le seguía interesando vivamente), o el fútbol: él era del Madrid y yo del Barça, y como pueden imaginar, siempre teníamos tela que cortar al respecto.
Raúl, por lo que le conocí, fue un tipo con una entrega total hacia el proyecto de Cuadernos, y como ya he dicho lo ocupó hasta el último aliento casi. Un proyecto, además, del que él fue el factótum absoluto. Un proyecto que pasó por algunas vicisitudes amargas (como la desparición de la edición en papel), pero de las que él supo reponerse. Como editor, fue un editor de ley. Siempre defendió a los suyos, y lo sé por propia experiencia. No sabemos que pasará con Cuadernos de Jazz, pero ahora no importa. Ahora lo único importante, y triste, es que ya no está entre nosotros.
No querría despedirme sin mandarle un fuerte abrazo a María Antonia, su compañera en la vida y en Cuadernos, que es la que debe estar llevando la carga más pesada ahora. Besos y abrazos.